Ecos de la raíz

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En la pared manchada por la humedad, colgaba una vieja cruz. Su espíritu respondía, con delicado tintineo de marimba el canto oscuro de su origen, cual eco lejano, después de cada Ave María.

Peregrina

 



Fotografía:  https://app.emaze.com/@AZTLFQCZ#2

El desparpajo de los deseos

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En el desparpajo de los deseos, la encontraba siempre iluminada de estrellas. Entre la irracionalidad de las miradas que lo recibían, se entrelazan sonrisas prontas para convertirse en caricias, ¡ávidas de encontrar recompensas!

Cada tarde de lunes, los minutos le devoraban las ansias que se contorsionaban mientras el auto seguía las sinuosas cumbres dirigiéndose hasta la pequeña cabaña en la que escondía los secretos; contaban la vida de esos últimos 20 años. ¡20 años de emprender el viaje a la montaña, en una peregrinación devota, para adorar a la diosa que lo hacía morir y resucitar! Milagros memorables que escribía en su cuerpo semana a semana.

Las nubes aparecieron, la luz comenzó a tomar tonos tristes. Encendió la radio y una música ligera llenó el espacio, las notas salían por las ventanillas abiertas que dejaban entrar ese particular olor que anuncia lluvia. El viento traía frescura y un escalofrío erizó su piel. Subió la ventanilla y en el mismo momento, su cerebro mandó la señal a los pies para oprimir con mayor fuerza el acelerador.

Necesitaba llegar antes de que comenzara a llover. Ella disfrutaba tanto esos singulares momentos en los que la lluvia comienza a caer y dibuja desordenados trazos sobre la tierra, le gustaba verla transformarse en fango. Él conocía el resabio que causarían sus pisadas al llegar después, ¡el fango sobre el piso de la cabaña no le proporcionaba el mismo placer a su amada!

La lluvia arreció. Las gotas que caían sobre la carrocería, disturbaban la música que ahora él acompañaba con silbidos salidos despreocupadamente de sus labios, que, sedientos de los besos que estaban esperándolo, se distraían con los compases de las invitantes notas. Grises los cielos, iluminados los deseos. Así pasaban esos momentos en la humedad de una tarde de lluvia. ¡Vaya tarde de lluvia! Los neumáticos resbalaban en las cerradas curvas. Tuvo que disminuir la velocidad a pesar de la prisa que su cuerpo le marcaba. Más de una vez el abismo del panorama se acercó peligrosamente ante su mirada. Más de una vez tuvo que sostener firmemente el volante, mientras sentía un frío de muerte en el suspiro. Disminuyó aún más. El tiempo corría lento, la lluvia caía copiosa. Dejó de silbar.

No era una buena tarde, pero era una tarde de lunes. Su pensamiento cambió de tono y regresó el silbido a sus labios que se transformaron en sonrisa cuando la cabaña apareció al costado del camino. La buscaba a través de los cristales. La anhelaba a través de la vehemencia.

Las cortinas de la ventana no se corrieron cuando la luz de los faros la iluminó. Tampoco se abrió la puerta delante de la belleza del rostro que pretendía mirar. Apresuró sus movimientos y la llave entró con rapidez para abrir. Silencio absoluto, ella no estaba allí. La llamó, primero con dulzura enamorada, después con ansias sombrías que aumentaron el tono de su llamada.

En la cocina, una botella de vino esperaba ser descorchada y la suavidad del ventilador contrastaba con la fuerza del viento que afuera movía las hojas. Había estado ahí hacía poco tiempo… volvió a gritar su nombre, ahora con desesperación.
Brillo de agua sobre el suelo, cristales rotos que crujieron bajo sus pies y, detrás del mueble donde estaba apoyada la botella de vino, el cuerpo inerte de su amada lo paralizó, quitándole por un momento los latidos a su corazón.

Llegó la ambulancia. La lluvia cesó. Burdas huellas de fango marcaron el piso de aquella cabaña que desde entonces, ensombrecida, espera que alguien abra las ventanas y deje entrar el olor del amor, las tardes de lunes al caer el sol.

La imagen:  «Irises (flower series)» corresponde a una de las series florales del pintor japonés Okiie Hashimoto que era famoso en su localidad por tener un jardín con todo tipo de flores en las que se inspiraba. El original de este lienzo de madera y papel fue pintado en 1974 y se encuentra en el Museo de la Prefectura de Tottori.

En el lento peregrinar de una cuarentena de más de 40 días…
Peregrina. 

Sucumbir al olvido

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Desde muy dentro, desde ese punto infinito en donde algo esperanzador procura mantener el equilibrio de la mente, parte su respiración desasosegada y se originan sus pensamientos trastornados, enfocados en  mantenerlo vivo para evitar la mayor catástrofe de todas: el olvido. No es momento de olvidar, pero tampoco de ser olvidado.

El frío atravesaba desgarrando su ya raída chaqueta, hiriendo la piel manchada de sangre y sudor; el olor de días y noches; el sabor de fango y lluvia.

Nada tenía sentido, todo era tan rápido. Las chispas iluminaban la obscuridad causándole alucinaciones contra las que su mente también luchaba. Esos pensamientos le impedían concentrarse en la gesta, su mirada se perdía entre las sombras de los cuerpos que caían uno tras otro.

Su desgarradora batalla era una paradójica estrategia para evitar la muerte causando muerte. Tan alto precio de sacrificio tenía una última finalidad: evitar la catástrofe del olvido.

Olvidar es una tragedia más para quien es olvidado que para quien olvida. “No permitas que nos hagan desaparecer de la historia, defiende a tu pueblo porque aunque no existas más, seguirás viviendo en quienes logren continuar con nuestras tradiciones”.  Con esas palabras recibió el arma de manos de su padre y se fue al campo lleno de del miedo y la agonía que se esconden en el dolor que todavía no sentía en carne propia.

Las guerras son maneras de intentar no sucumbir al olvido. Surgen de una necesidad de trascender más allá de su propio tiempo de vida, a través de las obras, de los hijos que ahora estaban también muriendo. De la sinrazón de no ser olvidados.

Mantenerse vivos en los recuerdos, en las obras, en el postulado que se ignora por la razón arbitraria del más fuerte, pero no por ello el más tenaz. Seguir vivos en el recuerdo, es la necesidad que da fuerzas para combatir la extinción de las raíces.

El conocimiento colectivo de su pueblo no desaparecería si lograban avanzar, elevarse en la búsqueda de la vida a pesar de la muerte.

Era hora de dar el último combate. Hordas que en la obscuridad desaparecen. Los primeros rayos de sol marcan el momento de dar inicio al plan. Un grito profundo lo impulsó a lanzarse sintiendo cómo sus compañeros lo cubrían, sabiendo que no habría oportunidad de ver el sol en plenitud ese día.

Llegó al punto indicado y se inflamó causando una explosión que marcó el inicio del día. Todo terminó, ya nada existía. Los pocos que lograron abrir los ojos, regresaron a contar la historia.

La batalla había sido ganada. Su nombre sería recordado hasta que alguien tuviera que volver a morir, evocando el honor de ese momento.

Levantaron las copas y bebieron un vino que sabía a sangre, a dolor, pero no a olvido.

Entre mis batallas, tratando de no sucumbir al olvido.
Peregrina.

La imagen: «La Sacerdotisa de Delfos», obra realizada por el pintor británico John Collier en 1891, exhibida en la Galería de Arte de Australia del Sur.   

¿En dónde han quedado los sentidos?

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Hay veces, a todos nos ha pasado, alguna vez, tal vez varias veces … Hay veces que pareciera que todo es gris, que los sinsabores de los acontecimientos me dejan sin ganas de escuchar la radio, sin deseos de seguir y me pregunto ¿Para qué? ¿Hacia dónde?

La joven de largos cabellos castaños miraba al infinito sus labios guardaban silencio, sus ojos no. Al mirarla, una sonrisa salió de mis labios y le dije: “La vida es un juego, todo es de azúcar”. Ella giró su cara y me miró con el ceño fruncido, echando hacia atrás sus cabellos y sus ojos se abrieron dejando descubierta la expresión de incredulidad que parecía decir “Estás loca”. Se levantó y se fue. Ni tiempo me dio de decirle que es así como Jostein Gaarder describe a la vida.

Todo es de azúcar. Por buenas o malas que parezca ante nuestros ojos, cada una de las experiencias es referencia, como el viento que impulsa nuestras alas para elevarnos hacia donde podamos explorar algo más, para seguir creciendo.

El ser humano fue dotado de cinco sentidos, conocidos por todos, utilizados de manera consciente o inconsciente por el ser humano que habita este planeta hecho precisamente para ser gozado, conocido y explorado a través de los sentidos. El ser humano evolucionó precisamente porque exploró y utilizó cada uno de sus sentidos de tal manera que se formó una red para poder moverse en el mundo que se le iba abriendo por delante, creando así mapas que le permitieran actuar en consecuencia, fijando puntos de referencia para experiencias posteriores. La ciencia, la tecnología, aún lo más avanzado que se nos venga a la mente en este momento, ha sido creada, descubierta o desarrollada, a través de algún sentido.

Fue inútil decírselo porque se levantó y sus pasos la alejaron rápidamente de la banca en la que estábamos sentadas. Su depresión no le permitió saborear la dulzura de la frase. La vida es de azúcar. ¡Cómo me encanta saborear esa fase!

Ángeles Mastretta describe a una de sus “Mujeres de ojos grandes” como una criatura deliciosa que con singular cadencia camina delicadamente tratando de sentir el suelo que pisa, su cuerpo se mueve erguido entre la gente y sus ojos miran atrapando los colores y formas que su nariz percibe. En el mercado, toma la fruta con delicadeza y mete en la canasta sólo aquella que su nariz ha identificado como perfecta. ¿Cuántas veces nos hemos regalado una experiencia así? En el apresurado mundo en que vivimos, los vegetales que compramos vienen ya preparados y enlatados, congelados dentro de prácticas bolsas de plástico que se cierran fácilmente o bien acomodados en los estantes del supermercado con un espejo que los refleja mientras puntualmente reciben un baño de agua fría que los mantiene “frescos” pero carentes de perfume porque fueron cosechados prematuramente sin permitir que el sol pusiera en ellos el delicioso aroma de la madurez.

Nos movemos en un mundo lleno de comodidades y de repente nos damos cuenta que no tiene sentido usar los sentidos. Al menos no de manera consciente, abriéndonos a percibir cada uno de sus resultados.

Tuve la oportunidad de realizar una actividad con dos grupos de niños de distinto nivel socio económico. La actividad consistía en rebanar una hogaza de pan horneado en casa, untarle mantequilla y espolvorearlo con azúcar y un poco de canela en polvo. Primero realicé la actividad con el grupo de niños de la ciudad y obtuve como resultado poca espontaneidad por parte de ellos para “sentir” cada uno de los ingredientes que se les proporcionaron, fue necesario motivarlos a tocar y darse cuenta de la diferencia entre la corteza y el centro del pan, olerlo, ver su color y compararlo con el de la mantequilla, cerrar los ojos y tratar de adivinar qué especie era la que pasaba frente a su nariz. Finalmente, como niños, se abrieron a la experiencia y se dejaron guiar, disfrutando cada una de las sensaciones que se les presentaban. El resultado fue positivo, disfrutaron de la actividad aunque la mayoría dejó una buena porción del delicioso pan en sus platos. Tiempo después realicé la misma actividad con niños de una comunidad rural. Me impresionó la apertura con la que recibieron la sorpresa, sus ganas de oler, tocar, saborear, saber el nombre de los ingredientes. Con ojos bien abiertos escuchaban las instrucciones y seguían al pie de la letra cada uno de los pasos para preparar la receta del pan con mantequilla y canela que desapareció de los platos y dejó caritas iluminadas por el brillo del azúcar que quedaba sobre sus labios.

Cada vez más, nuestros niños son sustraídos del ambiente natural para el que fueron creados. La vida los somete a vivir enclaustrados en habitaciones que los protegen de la naturaleza, entre juguetes y tecnología que los aparta de la realidad para la que fueron programados dándose así una reprogramación en la que las sensaciones no tienen el espacio para evolucionar.

Sensaciones y sentimientos evolucionan a través de los sentidos. Los sentidos nos dan el punto de referencia para crear ese mapa conceptual en el que se orientan las sensaciones y se administran los sentimientos. Si nuestros niños están creciendo sin la referencia exterior, ¿cómo podemos pretender que puedan lograr formarse una referencia interior? ¿Cómo podemos pretender que logren saber qué sienten y qué es lo que les hace tener ese sentimiento?

La inteligencia emocional se desarrolla a partir del conocimiento de los propios sentimientos, de las emociones y el efecto que los factores externos tienen sobre nosotros. Ser emocionalmente inteligente proporciona al ser humano las herramientas para relacionarse de manera sana con los demás, por lo tanto, es indispensable tener la posibilidad de reconocer cómo y por qué nos sentimos de determinada manera en cada uno de los momentos de nuestras vidas.

Si no desarrollamos el gusto por la vida, si no le encontramos el sabor a lo que vivimos, no podemos administrar nuestros sentimientos. La orientación viene de afuera hacia adentro. Conocer el mundo que nos rodea para poder conocer el mundo que tenemos dentro. Saber saborear lo dulce y salado de la vida para ser capaces de comprender y utilizar de manera positiva las alegrías y las tristezas que nos mueven el espíritu.

Vivir encontrándole sentido a cada una de las actividades que tenemos que realizar: desde bañarnos, alimentarnos, movernos entre el tráfico de la ciudad, o caminar en el solitario silencio de las multitudes. Explorar, sentir, vivir conectando nuestro ser interior con cada una de esas sensaciones para poder expresar con sinceridad cómo nos sentimos, aceptando y fluyendo con el momento. Démonos la oportunidad de aprender y compartir con nuestros niños las experiencias que la vida nos regala. Aprendamos a ver con los ojos del espíritu para intuir las emociones que nos mueven. Advertir las consecuencias de las acciones que realizamos ahora para poder discernir lo que pueda venir después.

Quién sabe, tal vez la joven de cabellos castaños y ojos incrédulos lea alguna vez estas líneas y logre saborear la dulzura de los espacios invisibles que regalan los días. ¡Porque la vida sí es de azúcar!

Peregrinando entre los sabores del día,
Peregrina.

Hado y universos paralelos

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Dicen que el destino de las personas está escrito.  Hay quienes piensan eso.  Hay quienes creen que los minutos futuros son renglones listos para ser llenados, páginas en blanco que esperan historias inesperadas.

Era precisamente el texto que hablaba sobre una página en blanco lo que estaba traduciendo, cuando las líneas de su propia página empezaron a cambiar los vértices de la caligrafía que las escribía.  La tinta cambió de tono. 

Mientras la metódica alineación de las letras sobre el teclado era tocada por las yemas de sus dedos, aburridos de recibir ideas cortadas, procuradas por un pensamiento en otro idioma, la imaginación empezó a perderse hasta que no era posible seguir con la traducción de aquel documento. Hacía falta algo más, que rompiera esa rutina y refrescara la imaginación.

Los dedos siguieron digitando, el teclado siguió dejando fluir las letras que empezaron a construir palabras con ideas que buscaban ser identificadas y se perdían en la inmensidad de absurdos imprecisos de la multitud que se amontonaba en un espacio tan invisible como la inmensidad que nos separa a ti y a mi en este momento.

Un nombre ficticio encontrando a otro nombre inventado. Miradas que se encontraron sin verse, imaginando el color del iris que no tenían frente a ellos, pero que los observaba con gran atención. Ideas que se intercambiaban como un juego que no era precisamente inocente. Al contrario. Tenía toda la malicia que se engendra en los deseos más obscuros, albergados en la mente de quienes no encuentran la paz del sueño.

Deseos transformados en palabras tejían una sedosa y pegajosa red, malévolamente precisa, lista para atrapar a las mentes deseosas de perderse en la negrura de sus deseos más carnales. Sexo irreverente. Placer procurado por la imaginación. Imaginación que masturbaba con singular precisión cada conexión nerviosa, hilvanando delicadamente las palabras que respondían al contacto virtual.

Seducía y deseaba ser seducida, pero sus dedos corrían mucho más rápido que las mentes de quienes la encontraban y lanzaban palabras que se quedaban a medio camino, con pensamientos tan incompletos, tan pobres, que era mejor abandonar y volver a buscar en otros aposentos. ¡Cuántas veces tocaron a su puerta suplicando más palabras, rogando por aquel morboso contacto imaginario!

Las adicciones nacen de la necesidad insatisfecha que crea vacíos. Imaginar se volvió una adicción que no satisfacía ni siquiera por momentos al contrario, generaba una necesidad aún mayor. ¿Qué son las ideas sino fórmulas que pueden componer drogas inimaginables? Se sentía segura en el centro de su red hasta que sus palabras encontraron repercusión, identificándose más allá del deseo, las letras tomaron un sentido inesperado.

¿La página estaba en blanco y comenzaba a escribirse esa historia? ¿En algún rincón del universo, eran observados por el escritor del sino? ¿Qué energía había producido ese segundo de coincidencia? ¿Universos paralelos? ¿La vida se bifurca y toma dos senderos al mismo tiempo? Se pueden unir dos conceptos: posibilidad y existencia. En nuestro universo palpable son dos ideas diferentes; sin embargo, pudiesen ser una misma cosa en la inmensidad de los multiuniversos, en donde la existencia pudiese ser paralela … o no …

Peregrina en un mundo que se escribe en paralelo.

Los cálices vacíos, erotismo del siglo XIX

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Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas…
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como un cáncer rosa…

Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno, 
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios,
panal de besos, ánfora viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente…

Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible… Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
 siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,
¡flor de tu beso que perfuma al mundo!

Delmira Agunstini, (1886-1914)
Escribir este tipo de poesía en esa época no debió ser fácil. Tampoco separarse del marido cinco meses después de la boda. Colaboraba como escritora en espacios reservados para los hombres, Rubén Darío la consideraba la única poetisa capaz de escribir como mujer después de Teresa de Ávila.  Nada fácil sobresalir en un mundo de hombres. 
A los 27 años, su ex esposo se encargó de poner el punto final a su vida, y luego se suicidó.

Peregrina.

Teresa, Juana y Anäis …

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Filosofía femenina que difícilmente llega al centro del alma masculina. Obras de arte que se alinean con un pensamiento y sentimientos completamente atemporales. El alma femenina es eterna.

En los textos que siguen hay varios siglos de diferencia entre un y otro. Fueron escritos por tres mujeres que supieron expresar su sentir a pesar del entorno en el que vivieron y que recrean a la perfección los silencios que muchas mujeres en el Siglo XXI no expresan por temor a una sociedad que las manipula, a pesar de manifestar su apertura mental, igualdad social, respeto de géneros y paridad de derechos. Pamplinas. Pura faramalla, porque cuando se trata de hacer justicia, las mujeres tenemos poca voz y nulo voto, hasta en países que se jactan de ser «de primer mundo».

Las imágenes son de Edmund Blair Leighton, pintor inglés influenciado tanto por el movimiento romántico como por la escuela prerrafaelista. 1852-1922

Vivo Sin Vivir en Mí
Teresa de Cepeda y Ahumada

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

Contiene una Fantasía Contenta con Amor Decente
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana
Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell
Diarios Amorosos
Fragmento del libro Incesto

Siento en demasía los alejamientos, los encuentros, las prolongaciones, los nuevos chispazos. Hay en mi cabeza un centro de control, todo diamantino, pero, cuando examino mis emociones, veo que se disparan en direcciones diferentes. Hay una tensión de superactividad, de superexpansión, el deseo de alcanzar de nuevo la cima gozosa que alcanzo con Henry. ¿Podré fundirme con Allendy? No lo creo, porque el mayor gozo, como Henry sabe ya, es intimidad, totalidad, pasión absoluta. ¿Cuántas intimidades hay en el mundo para una mujer como yo? ¿Soy una unidad? ¿Un monstruo? ¿Soy una mujer? ¿Qué me lleva a Allendy? La pasión por la abstracción, la sabiduría, el equilibrio, la fuerza. ¿A Henry? La pasión, la vida ardiente y desmedida, el desequilibrio del artista, la fusión y la fluidez de los creadores. Siempre dos hombres: el que es y el que ha de ser, siempre el momento alcanzado y el momento siguiente, adivinado demasiado pronto. Demasiada lucidez.

El shampoo

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Descubrí este poema de Elizabeth Bishop hace poco, fue leerlo y encantarme con la deliciosa cadencia en la que sus palabras acompañan la imaginación, esa forma en la que describe la aterciopelada y suave sensación de la caricia de una cabellera. El tiempo se detiene cuando los dedos se pierden entre sus hebras.

Silenciosas explosiones sobre las rocas,
los líquenes crecen
propagándose en grises, concéntricas descargas.
Han acordado reunirse con los anillos en torno a la luna, aunque
en nuestros recuerdos no han cambiado.

Y ya que los cielos nos servirán
durante tanto tiempo,
has sido, querida amiga,
precipitada y pragmática,
y mira lo que pasa. Pues el tiempo,
si algo es, es dócil.

Las estrellas fugaces en tu cabello negro
en brillante formación
¿adónde acuden,
tan resueltas, tan pronto?

Ven, déjame que lo lave en esta gran palangana de hojalata,
golpeada y lustrosa como la luna.

Mis cabellos están transformándose en rayos de luna que brillan y contrastan con los cobrizos que se niegan a desaparecer…  No quiero que desaparezcan, pero tampoco quiero teñir la blancura que despunta entre mis hebras castañas.  Tiempo, sé dócil…

Peregrina.

Sombras

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No existiría la sombra si una luz no le diese vida,
así como no puede haber un suspiro si la evocación no lo alienta.
Desde lo más insensible hasta la membrana más dispuesta a vibrar
por la cercanía de tu aliento,
mi sombra se desvanece
cuando la tuya aparece y la cubre en tortuosas cadencias
que se transforman en tu obscura presencia penetrando mi sombra.

La luz…

Ese reflejo que se cuela
a través
de la ligera abertura que queda entre las cortinas
anunciando el rayo de luz que da vida a la sombra

y llega

para matar el manto de aterciopelada negrura que cubría nuestro lecho,
cuando tu aliento aún no se desvanecía entre el mío.

Buen día… Deliciosa sombra

Peregrina, entre deseos y placeres sostenidos.

La consciencia en equilibrio

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Consciencia Social, debilitada y casi inexistente en nuestros días.  

Observo lo que sucede a mi alrededor y me pongo a pensar que tal vez sea que, cuando las palabras no forman parte de nuestro día a día, entonces podemos estar evitando también su significado. Si las palabras existen es porque, en algún momento, fueron necesitadas para expresar lo que se sentía, lo que se quería transmitir. Si no se usan más… ¿Será que ya no se está transmitiendo más su significado? Por lo pronto, consciencia-social es un par de palabras cuya esencia está en peligro de extinción.

Grande es mi curiosidad cuando escucho palabras extrañas y la necesidad de entenderlas es grande también. Cuando escuché Sofrología, su sonido me movió algo interno que me hizo ir a conocerla y me encontré con una esencia que no esperaba: la consciencia en equilibrio.


El sofrosine sería la puerta para conquistar la prudencia y la sabiduría, que, a su vez, nos llevará a un estado de calma y serenidad espiritual. Para llegar al sofrosine, la vía más adecuada es la palabra, el “terpnos-logos” que consiste en un hablar persuasivo, razonado y acogedor.

Hay una mezcolanza de todo, en donde todo existe pero nada se practica. Areté es la «excelencia» o prominencia en el cultivo de la elocuencia; la raíz etimológica del término es la misma que la de αριστος (aristós,’mejor’), que designa el cumplimiento acabado del propósito o función.

Es un concepto vago que implica un conjunto de cualidades cívicas, morales e intelectuales. Eso dice Carlos Schrader, cuando explica «areté». El fin de la enseñanza era lograr la areté, que significa capacitación para pensar, para hablar y para obrar con éxito. La excelencia política y ciudadana de los griegos consistía en el cultivo de tres virtudes específicas: andreía (valentía), sofrosine (moderación o equilibrio) y dicaiosine (justicia): estas virtudes formaban un ciudadano relevante, útil y perfecto. A estas virtudes añadió luego Platón una cuarta, la Prudencia, con lo que dio lugar a las llamadas Virtudes Cardinales: la prudencia, la fortaleza y la templanza se corresponderían con las tres partes del alma, y la armonía entre ellas engendraría la cuarta, la justicia. En cierto modo, la areté griega sería equivalente a la virtus, dignidad, honor u hombría de bien romana.

Eudemonía (en griego, εὐδαιμονία, eudaimonia) o plenitud de ser es una palabra griega clásica traducida comúnmente como “felicidad”. Aristóteles lo entendió como ejercicio virtuoso de lo específicamente humano, es decir, la razón. El uso popular del término se refiere a un estado de la mente y alma, relacionado con la alegría o al placer.

Peregrina, entre palabras olvidadas

The Crystal ball, pintura de John William Waterhouse