¡No dejes de soñar!

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Siempre hay un sueño que perseguir…

Cualquier locura es mejor que renunciar a los sueños

y decirle no a seguir viviendo.

Ver lo invisible

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agua-dorada-lo-ver-lo-invisibleHay veces que nuestros ojos no son capaces de ver la totalidad de las cosas y la armonía del conjunto pasa desapercibida, ya sea porque no nos detenemos a observar o bien, porque una parte del total se nos escapa de la atención. Muchas veces, la lente de nuestra cámara nos muestra después lo que estuvo delante de nuestros ojos y no pudimos apreciar mientras estabamos pendientes de cómo tomar la foto.  Lo vemos como imagen, como un cuento relatado por lo que el lente de nuestra cámara tomó. Esta es más o menos parte de la historia de esta foto, en donde los reflejos de la luz forman sombras y ondas que el ojo no pudo captar a simple vista. Probablemente tanto el fondo como la claridad del agua, los colores, el brillo de los contornos, fueron admirados en el momento de descubrir el cuadro a fotografiar pero… ¿las sombras delineadas en las ondas del agua como se ven en la imagen?   Tal vez no con la misma claridad que se ven aquí.

El Zen explica que la existencia es existencia. Que la vida es como es, y que lo que no vemos, lo que no podemos observar a simple vista, se hará visible cuando se alcancen ciertos estados de ánimo que nos permitan comprender, la visibilidad de lo invisible.  Deben darse las condiciones espirituales que nacen de la meditación para que podamos ver lo visible del invisible, que, a final de cuentas, es lo que sostiene y sustenta toda existencia.

En la ciudad de Kioto, en Japón, existe un templo declarado herencia de la humanidad desde 1994 por la UNESCO. Se trata del templo Ryoan-ji, perteneciente a la secta de Rinzai del Budismo Zen. En el templo hay un jardín llamado “El jardín de la roca” y es admirado y reconocido como obra maestra de la cultura japonesa.

Lo que más resalta de ese templo es su simplicidad. En un espacio de 25m de largo por 10m de ancho hay 15 rocas acomodadas en una superficie de guijarros blancos de tal modo que, no importa dónde se coloque el visitante para observar, únicamente será capaz de ver 14 rocas. La visión del conjunto proporciona tranquilidad y paz, invita a la meditación Zen: ser y estar en el momento presente. Únicamente quien alcance el grado de meditación profunda en el Zen logrará ver las 15 rocas al mismo tiempo y lo que hay en el espacio vacío.

Según la tradición del Zen, lo que hace verdaderamente especial a este jardín es el espacio que hay entre las rocas, es decir, lo que no se ve.

Con técnicas modernas, los neurocientíficos de la Universidad de Kioto, tras largos períodos de estudio, han descubierto que el espacio entre las rocas forma un árbol perfectamente definido. A pesar de haber distribuido las rocas en otras formas, no han logrado reproducir la figura del árbol en el espacio vacío por lo que han llegado a la conclusión de que el cerebro percibe patrones especiales que no son visibles a simple vista cuando alcanza un estado de meditación particularmente alto.  Probablemente fueron esos patrones los que percibieron quienes construyeron este jardín hace ya tantos siglos, sin el uso de ninguna tecnología, simplemente siguiendo su visión de lo invisible.

Neurocientíficos en Japón, una cámara fotográfica para apreciar la luz… meditación…

El caso es que nuestros ojos se pierden mucho más de lo que podemos imaginar cada vez que damos una ojeada descuidada a los espacios vacíos que nos rodean. ¿Cuánto podríamos encontrar si realmente pudiéramos ver lo invisible que está entre nosotros?

Buscando sentido en los espacios vacíos de mi vida,  Peregrina.