Luz, brillo, resplandor… El milagro de la vida.

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JanuquiaLa celebración de Jánuca es, precisamente, la fiesta de la luz. ¿Qué es la luz? Energía, fortaleza, seguridad. Basta una pequeña cantidad de luz para alejar mucha obscuridad. Mientras la luz exista, la obscuridad desaparecerá, no se le une, no tiene cabida en ella. La obscuridad no tiene existencia propia, es la falta de luz.

En Jánuca se celebra la luz como símbolo de inauguración, de confianza, de victoria. La transformación de la materia en energía, la cera de la vela deja de existir para transformarse en luz.

Jánuca celebra el milagro y como toda tradición, está lleno de simbolismos que recuerdan el orígen y la intención de la fiesta. A diferencia del candelabro del Templo Judío (Menorá) que tiene 7 luces, el candelabro utilizado en Jánuca tiene 8.   El número 7 simboliza al mundo natural (el mundo fue creado en 7 días, incluyendo Shabat).   El 8 simboliza lo sobrenatural (los milagros).   Esta festividad recuerda el momento en que los judíos se elevaron por sobre lo natural, y vivieron durante los ocho días el milagro del aceite que no se terminó.   Ocho luces, ocho días de celebración.   La vela central de la Januquiá, llamada Shamash, no es parte de las velas de Jánuca, aunque su tamaño sobrepasa el de las demás sirve únicamente para encender las otras; su importancia radica, una vez más, en la simbología: Aquél que se esfuerza en alumbrar a los demás espiritualmente, finalmente él también asciende en su espiritualidad. Las velas se encienden una a una, otro simbolismo: La luz se transmite poco a poco, para iluminar gradualmente, transmitir la luz con constancia, iluminando sin deslumbrar.  Descubrir el milagro de la vida, inaugurar la dicha de estar vivos siendo conscientes de la luz que brilla dentro y nos mantiene iluminados y luminosos. Ese es el milagro: permanecer encendidos aunque haya poco aceite. Confiar en que la Luz misma proveerá el combustible para seguir iluminando.

JanuqiaLa festividad de las luminarias va desde el 25 de Kislev hasta el 3 de Tevet según el calendario judío, en este año corresponde del 11 al 18 de diciembre. Así como la materia de la vela se transforma para convertirse en luz, nosotros nos transformamos cuando nuestro espíritu se enciende. En estos días de Jánuca celebro el gozo de poder sonreír, de poder abrazar, de amar, de compartir, de dar. Celebro el gozo de expandirme y alcanzar otras luces, tocar y contagiar la felicidad. El gozo de iluminar y brillar cada uno en la individualidad, todos en el mismo resplandor.

Paz y luz para todos, sin importar el credo o religión,
Peregrina.