Exhalar es morir, morimos a cada respiro

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Estaba a punto, sus palabras me sonaban cada vez más fuertes, me daban empujones que ponían a trabajar mi cerebro con recuerdos enjaulados que estaban a punto de convertirse en flechas mojadas con el veneno que me ahogaba la garganta. Una inhalación profunda y escuché el aire que me invadía y el veneno se hizo ligero para dejarlo pasar, exhalé silenciosamente, como para esconderme detrás de el aliento que salía de mi cuerpo, se me fue la vida, me quedé muerta en un instante, vacía, sin aire pero también sin veneno, salió en un instante y volví a recargarme, en silencio, profundamente. Sus palabras seguían surgiendo de su boca pero no me tocaban. Pasé a ser simple observadora y mi respuesta final me sorprendió enormemente.

Respirar profundamente, constantemente, respetando el ritmo, siendo consciente de cada inhalación y cada exhalación nos mantiene en un estado alerta de observación interior, perspicacia y suspicacia para actuar con certeza.

La respiración, cuando es observada se vuelve silenciosa y rítmica, un acto que pasa desapercibido para la mayoría de las personas es la herramienta secreta de los seres iluminados. Lograr enfocar la energía de cada respiración en la consciencia del momento presente. Al enfocar la consciencia al momento presente, se libera la mente de pensamientos que generan tensión y caos interior.

No se trata de estar en estado de meditación contemplativa constante, sino el la liberación de la respiración consciente que nos ayuda a observar sin razonar. Sentir sin involucrar las emociones.

Ser consciente de la respiración es ser consciente de al vida que se alimenta de la energía que respiramos y nos transforma pero también nos hace conscientes de la muerte que tocamos en cada exhalación, cuando nuestros pulmones se liberan del oxígeno vital.

Inhalar y exhalar. Vivir y morir. Constante secreto que nos mantiene aquí, ahora. Podemos ser conscientes de cada segundo de nuestra vida, o dejarla pasar y perderla en cada exhalación sin saber si esta próxima será la última.

Inhalar para vivir, consciente de cada exhalación en la que muero,
Peregrina.

Dejando el pecado a un lado

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Para borrar el pecado original, para salvarnos del pecado, siete picos porque son siete pecados capitales… Pecado, pecado, pecado.  Si te portas mal no tienes regalos, si eres malo, si eres malo, si eres malo. ¡Qué miedo ser  malo!  Y, ¿de verdad soy tan malo? 

Ya estuvo bueno de tantos pecados.   Ni de siete picos, ni de pecados, ni de virtudes que contrarresten los pecados.  Amor, simplemente amor.  Amor sincero, amor natural, amor humano, amor que sólo hay uno:  Amor.

Propongo una piñata morada, el color de la profundidad, de la que se desborde el amor. Propongo portarse ni bien ni mal, sino como el corazón lo dicte, actuar siguiendo su susurro, mirar sólo a través del amor, sin juzgar los actos de los demás.  Amar incondicionalmente, sin pensar en la actitud del otro, sin esperar ninguna retribución.  Simplemente gozar en el momento de actuar.   No pensar en no pecar, sino amar y actuar en consecuencia.

Sí. Es más fácil romper la piñata de siete pecados, esperando que de ella salgan las virtudes, antes de actuar en consciencia, por amor, con amor, para el amor.

Pues, vamos a intentarlo, ¿no?
Peregrina.

 

Un corazón perfecto

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Se me antoja poner este cuento de  Paulo Coelho, por aquello de todo el amor que se predica en estos días de fiesta.
Un joven se paró en medio de la plaza y comenzó a proclamar que poseía el corazón más hermoso de la comarca. Mucha gente se congregó a su alrededor para admirar su corazón, que era perfecto. De entre la gente salió un anciano que le dijo:

«Tu corazón no es más hermoso que el mío.»

Tanto la gente como el joven, miraron el corazón del viejo. Latía con fuerza pero tenía innumerables cicatrices y heridas abiertas. Tenía lugares en los que habían sido removidos pedazos enteros que hacían doler los corazones. Pero el joven miró el corazón del viejo y comenzó a reír.

“Debes estar bromeando» dijo. “Comparas tu corazón con el mío tan perfecto, mientras que el tuyo es un desastre hecho de cicatrices y lágrimas.»

“Sí,” dijo el viejo, “El tuyo luce perfecto pero nunca lo cambiaría por el mío. Verás, cada cicatriz representa a las personas a quienes he dado mi amor. He arrancado un pedazo de mi corazón y se los he dado a cambio de pedazos de sus corazones que han reemplazado los huecos vacíos que el dolor ha dejado en mi corazón, por eso se nota que no encajan bien en los espacios.

“Algunas veces le he dado pedazos de mi corazón a personas que se los han llevado, sin darme nada a cambio, por eso ves estos espacios vacíos. Dar amor es siempre un riesgo, pero aunque estos huecos son dolorosos, estando abiertos, me recuerdan el amor que he sentido por esas personas, yo sé que algún día recibiré amor a cambio. ¿Logras ver ahora su verdadera belleza?»

El joven se sentó en silencio mientras algunas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

Caminó hacia el anciano que le ofreció un pedazo de su corazón, a su vez, tomó de su joven y perfecto corazón otro pedazo para intercambiarlo con el anciano.

>Lo encajó en el hueco y vio que entraba, aunque no del todo bien.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto pero observó que había adquirido una extraña belleza, lucía más hermoso que nunca con el pedazo del anciano encajado en medio de su joven corazón.


Una vez  más, la belleza de la perfecta imperfección.
Peregrina.

 

Feliz y alucinada

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Este lugar que soy, como arena con ríos,
hace tiempo conoce la visita del cielo.
Sobre mi rostro cruza la procesión de pájaros
y yo voy extasiada, persiguiéndolo,
sin sentir que las piedras me golpean, me rompen,
me rechazan.

Camino sin medir fatiga ni distancia.

Ay, alcanzaré el mar, y el cielo irá volando más allá.

>

A veces tan ligera
como un pez en el agua,
me muevo entre las cosas
feliz y alucinada.

Feliz de ser quien soy,
sólo una gran mirada:
ojos de par en par
y manos despojadas.

El centro de la llama
mi centro.
Aquí arder, aquí hablar
lo verdadero.

Yo no me fui,
no he vuelto;
yo siempre estuve aquí
viviendo

sin ayer, sin mañana,
ni próximo, ni lejos,
este minuto único
y eterno.

Las palabras, una selección de Rosario Castellanos «Misterios Gozosos»  y  El puente, y Más agua, vistos a través del lente de Félix Vaquerizo, ojos que muestran rincones y momentos  de nuestro mundo.

Peregrina.

El susurro de los árboles

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Talento para componer, talento para interpretar y también talento para apreciar. Todos nacemos con estrella, somos dados a luz y esa luz permanece en nosotros por el resto de nuestra vida, (que haya quienes no quieren verla es otro cantar), lo que significa que todos tenemos la capacidad de ser luminosos. Es preciso, sin embargo, hacer uso del talento para lograr vivir en la luz, poder apreciar la belleza que se esconde en todos lados y convertirla en algo más: creatividad.

Creatividad para transformar, creatividad para compartir, creatividad para opinar. No es necesario condenar lo que otros han creado porque las malas creaciones se condenan por sí mismas, cada creación lleva en sí el alma de su creador. En estos últimos días, he entrado en contacto con diferentes manifestaciones artísticas y he podido darme cuenta que, para criticar lo que se me ofrece, es necesario abrir el corazón, ensanchar mi propia apreciación y tratar de ver más allá de lo que los sentidos físicos reciben, encontrar la esencia de las raíces que lo han formado y entonces decidir si fundirme o no con esa obra. No todo es para todos y en este universo hay espacio para cada uno y cada una de sus obras. El talento de apreciación me permite entrar en sintonía y armonizar, o dejarlas pasar para que puedan llegar a quienes logren apreciarlas tal como son. Criticarlas sin juzgarlas. Apreciar una obra desde sus raíces me da la posibilidad de hacerme un lado o armonizar.


Armonizar, fluir con la energía que ha generado la expresión que se recibe, y enriquecerla al mezclar los sentimientos que logra despertar en mí. El arte es generadora de sensaciones y sentimientos ¡de ellos se alimenta!

Las grandes obras llega a serlo porque son la manifestación no sólo de quienes las han creado, sino de aquellos que las aprecian y valoran, dándoles trascendencia. La humanidad se apropia de ellas, las hace Obras Maestras Universales. Trascienden y con ellas su autor y quienes las recrean.

Trascender es la razón de la vida. Vivir y disfrutar mientras se vive le da sentido a esa razón. Crear y recrearse con las creaciones que se comparten hacen de ese sentido, un motivo para vivir.

Los árboles susurran hasta cuando no hay viento. Es necesario aprender a escuchar el silencio del viento para desarrollar el talento, he ahí el secreto de la creatividad.

Disfrutando de los acordes de una fresca mañana dominical sin viento,
Peregrina.