Simetrías descuadradas

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Ojalá fuera realmente etérea,
porque soy utopía
y no agua ni viento
que toca la belleza de la realidad.

Sólo soy…

Virtualidad que se transforma en sensaciones
que no son banales ni vagas
sino esenciales y precisas.

Contemporánea poesía
que en el barroco de los deseos
manifiesta el encanto
del sutil desencanto
de la espera frustrada
perdida en el fuego de la oliva encendida.

 

Sólo esto soy…


Coincidencias desacordes.
Tiempos desencontrados.
Simetrías descuadradas.


Escondida en un sueño, perdida.
Peregrina.

agosto 28th 2011 Joyas de todos los días

Albricias, abrazos, anécdotas, alegrías!!! Regreso al cole

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La vida sigue, fluye y se expande día tras día. Nosotros vamos dentro de este inmenso caudal y, nos guste o no, los segundos siguen su ritmo y se convierten en días y los días que pasan presurosos nos hacen encender las luces para recibir a las noches y de repente… ¡saz! Pasaron los meses y nos encontramos envueltos en el remolino de la vida empezando, casi sin darnos cuenta, un nuevo ciclo.

Podemos seguir así, ciclo tras ciclo, dejándonos llevar por la corriente de la vida y al final: darnos cuenta de que ¡no nos dimos cuenta de nada! Perdemos la capacidad de asombro y dejamos de encontrarle sabor a la vida.

Pero ¡oh sorpresa! La Creación es tan maravillosa y perfecta que nos da la oportunidad de vivir al lado de pequeños seres que nos recuerdan que a lo largo del camino existen momentos sencillos y simples que pasan desapercibidos ante nuestros ojos cegados por las prisas. Pequeños seres que van descubriendo y maravillándose con la profundidad de la sencillez de cada instante. Personitas enamoradas de la vida momento a momento, que viven sin prisas, tomándose su tiempo para observar, saborear y entender el por qué de cada experiencia que pasa en su diario vivir. Definitivamente los niños son “Criaturas de pasiones intensas”

En varios países estamos comenzando un nuevo ciclo escolar y tenemos la oportunidad de decidir cómo lo vamos a recorrer: siguiendo la corriente sin detenernos a compartir los momentos que conformarán su vida y modelarán su carácter o bien tomando decisiones conscientes, comprometiéndonos con ellos, apoyándolos y acompañándolos en el camino, siendo verdaderos guías enseñándoles con el ejemplo de nuestros estilos de vida.

Démonos el tiempo para detenernos y admirar el instante, maravillarnos con los descubrimientos más pequeños, saboreando las alegrías y aprendiendo de las tristezas.

Empezamos este ciclo acompañados de lluvia de estrellas de agosto, las Perseidas que iluminan sorpresivamente la obscuridad de nuestros cielos, visibles sólo por un instante, para quien está atento a verlas… ¡estar atentos para descubrir las maravillas que pasan fugazmente ante nuestros ojos! He ahí el secreto de la vida.

Hace algunos años leí Brida, de Paulo Coelho. Recuerdo una escena en la que un padre, jugando con su hija de cinco años, le pregunta cómo está el agua de la piscina. La pequeña mete el dedito del pie y le dice tiritando “¡Brrr, está fría!” Continuando con el juego, el padre la toma en brazos y la lanza al agua, ella sale del chapuzón con una sonrisa y atiende al grito y las risas del padre: “¿Cómo está el agua?” La respuesta de la niña no se hace esperar: “¡Deliciosa!” Cuando salió de la piscina dulcemente la abraza y viéndola a los ojos le dice: “La próxima vez que quieras saber cómo es algo, sumérgete en ello y entonces podrás dar una opinión”

¿Cuánto nos estamos sumergiendo en la educación integral de nuestros hijos? ¿Conocemos el ambiente en el que se desenvuelven? ¿Conocemos la filosofía en la que estamos depositando la confianza para conformar su desarrollo? ¿Sabemos el verdadero significado de los personajes que son sus héroes de juegos? ¿Entendemos la esencia de las películas que permitimos que vean? ¿Sabemos cuáles son las cosas que le causan miedo? ¿Cuáles son sus necesidades espirituales? ¿Cuáles son sus necesidades físicas? ¿Cómo se está desarrollando su sexualidad? Hay muchas, muchas facetas que debemos observar en nuestros hijos. Los niños tienen espíritus sumamente profundos, para un adulto es un gran reto sumergirse en ese abismo de maravillas.

Podemos decidir: Pasar por la vida empujados por las prisas de una sociedad que nos corrompe o fluir con la vida, comprometidos con los que nos aman y amamos, realizando en consciencia nuestro hacer, comprometiéndonos con nuestros niños. Tomar su mano para disfrutar el ciclo y trazar así, armoniosamente, el camino hacia los ciclos futuros que por naturaleza dependen de éste que iniciamos hoy.

Todos somos educadores en esta vida, Peregrina.

Fotografías de Willy Ronis, fotógrafo francés (1910-2009)

Medianoche en París

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Ir al pasado para darle sentido al presente. La magia de París desplegada en su máximo esplendor al puro estilo de Woody Allen. ¿Todo tiempo pasado fue mejor? ¡No lo creo!

Una ciudad preciosa y memorable: París, cada época de su historia ha sido marcada por personas que vivieron con plenitud y libertad de pensamientos revolucionarios, vidas que han escrito la historia de nuestro mundo. En esta cinta, Woody Allen logra reunir un reparto tanto de actores como de personajes históricos que manifiesta lo que ha sido París: magia, fantasía, cultura, moda, ciencia, luz.

Confrontarse con la propia realidad puede ser ciertamente desconcertante. Ir a las raíces y aceptar la realidad de lo que somos, después de todo, el amor siempre está presente fuera del tiempo y del espacio. Lograr verlo es la tarea principal que le da chispa a todo lo que hacemos en la vida, de eso depende ser memorables … o no.

Guión inteligente, divertido; fotografía detallada, detallista; dirección precisa, preciosa; actuaciones frescas, naturales; música que transporta y reaviva, historia enredada en la historia misma… Hasta ahora, Midnight in Paris es la joya más brillante que he visto de Woody Allen. ¡Una verdadera delicia!

Curioso ver el estilo holandés del afiche… ¡Las delicias del arte!

¡Tienes que verla!
Au revoir!, Peregrina

Revival

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Basta una nota para levantar al corazón más abatido. Basta un acorde para que el espíritu retome al cuerpo que había abandonado y renazca en plenitud.

Beats Antiques y su mágica narrativa quimérica, dan una idea de lo que quiero decir…

Voy a dormir, después de haber recargado mi corazón con anhelos y evocaciones.
Peregrina.

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Mientras saboreo una cucharada…

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Esta mañana puse un tweet que decía «Número de cliente, clave de acceso, número de tarjeta, número de código. Números por todos lados menos en el saldo… ironías de la vida»  Al menos mi alacena está llena y las cuentas al día.  

Hace un rato estaba lavando los platos y me vino uno de esos antojos que son imposibles de calmar. Con las manos mojadas tomé una cuchara y la llené de deliciosa cajeta quemada mmm… ¡y me sentí mucho mejor!

Su dulce suavidad resbalando entre mis labios, acariciando con su textura aterciopelada mi paladar, me hizo recordar un texto de Guadalupe Loaeza incluido en su libro «Las niñas bien» que leí hace ya muchos años, cuando todavía no me importaba comer cucharadas de más, ni de cajeta ni de ninguna otra delicia que se queda enredada en la cintura por mucho tiempo.

Antes de ponerme a bailar para deshacerme de los efectos que esa cucharada pueda tener en mi cintura, les comparto  el texto, que algunos habrán leído.  Quienes no, quedan invitados a leer el libro que dura una tarde y media … Perdón Guadalupe, pero el deseo de compartirlo es tan grande como el antojo de comerme esa cucharada de cajeta mientras lavaba los platos.

«Cero y van tres. Sí y van tres veces que me sucede lo mismo, con intervalo de quince días aproximadamente. La primera, me tomó de sorpresa y se lo atribuí a mi distracción y obviamente a la inflación que diario a diario nos está chupando. La segunda, sentí horrible, pues había mucha gente esperando que avanzara la coa. A pesar de la paciencia de la cajera, me sentí torpe y ridícula. ¡Ay!, pero la tercera vez, esa sí que fue para llorar. Ese día justamente había puesto una atención particular en seleccionar mis compras. Inclusive había llevado una lista de o que necesitaba. Recuerdo que mientras me paseaba con el carrito por el super, me sentía super-organizada y super-buena ama de casa. «Ahora sí que no me vuelve a suceder», pensé. Había comprado varios artículos de marca libre para compensar gastos; en lugar de carne, llevaba pollo y había procurado no excederme en latas.

Para no hacerles el cuento largo, le dije a la cajera. ¿Cuánto dice que es? Cinco mil novecientos sesenta y cinco pesos con sesenta centavos. (todavía era la época de los viejos pesos jiji) ¿Qué? No es posible señorita. ¿Se habrá equivocado? Me miró con tanta seguridad, que en seguida pensé que la equivocada era yo. ¿Que no estarán reetiquetando la mercancía, señorita? ¿Quiere hablar, Señora, con mi jefe?, me preguntó. Abrí mi cartera y con infinita lástima conté los cuatro billetes de mil. en ese momento la voz de mi marido apareció entre latas, bolsas de plástico y desodorantes: «acuérdate que estamos apenas a día 20″… Híjole, me quise morir al ver odas mis compras dentro de sus respectivas bolsas entre las manos del muchacho que se disponía a ayudarme. Ay, por favor, ¿me sacas algunas cosas?, le dije con voz tímida: Quita el pomo de Knor Suiza (debí haberlo comprado en forma de cubitos, pensé). También el champú y el enjuague,. el rollo de papel de aluminio. (Que más de aluminio parece ser de plata, cuesta $345.00) ¿Sacamos la cajeta, Señora? Esa es recara, me dijo el muchacho con tono solidario. No porque a los niños les encanta. A ver, ¿qué más? ¿qué más? me decía , mientras buscaba también dentro de las bolsas. De pronto, sentí una mirada de pistola detrás de mí. Era una señora que llevaba un jump-suit color mamey, que parecía cada vez más impaciente: «pues, ¿que no tiene tarjeta de crédito o chequera?», preguntó con tono de total desaprecio. ¡Hijole!, me dio una pena decirle que me la habían cancelado por haberme excedido. «Se me olvidó» le contesté.

Bueno, pues seguí hurgando junto con el cerillo, dentro de las bolsas. Saqué los clínex, «ya me desmaquillaré con papel de baño» pensé. ¿También los rollos del excusado?, preguntó mi único amigo, en ese momento, el cerillo. No, ese es indispensable… le dije en tono filosófico. Volví a ver a la Sra. Mamey deportiva, quien me miró con una sonrisa forzada. ¿Cuánto va ahorita?, le pregunté a la cajera. Con sus uñas perfectamente bien limadas, con esmalte color uva, empzó a oprimir teclas y más teclas. «Todavía le falta señora. Aún le restan mil ciento sesenta pesos con sesenta centavos». en esos momentos juraba que la Sra. Mamey me iba a echar dos balazos con sus ojos. Sentía como que al tiempo se hubiera atorado en la máquina, la cola era larguísima, yo estaba completamente bloqueada.

Empecé a sentirme culpable, juzgada, humillada, miserable, tenía pena propia. ¿Por qué diablos había sido tanto dinero? Si ahora sí me había organizado, ¿por qué siempre me pasan estas cosas? No llevaba carne ni latas. Vamos a sacar el Vel Rosita, el Suavitel, también las galletas Mac Ma. «Qué animal, debí haber comprado las de animalitos» pensé. Hay que quitar los yogures, la mayonesa, el Dulcereal y el Quick de fresa. ¿Cuánto suma eso, señorita? Le faltan todavía quinientos pesos. Ya para entonces el super me parecía lleno, el calor hacía que los zapatos me apretaran aún más. Necesitaba un cigarro. A ver si encuentras las servilletas de papel, el Ajax, la caja de Curitas, la pasta de dientes; y ya no sé qué más. La cajera volvió a hacer sus cuentas y viéndome fijamente a los ojos me dijo. Señora todavía le falta restar $252.50 para que se completen los cuatro mil pesos que trae. Estoy segura de que ustedes reetiquetan, le dije con coraje ¡Qué barbaridad! Señorita, le juro que ya no sé qué más puedo dejar, me estoy quedando sin «super» ¿Cuánto dice que me falta? Doscientos cincuenta y dos pesos con cincuenta centavos.

¿Por qué no deja la cajeta señora? eso es lo que vale. No señorita, la cajeta, no. Si la deja ya terminamos. No, señorita, la cajeta, no, no, otra cosa, pero no la cajeta. Sentía la mirada de todos, su impaciencia, su falta de comprensión. Por un momento tuve ganas de salir corriendo con a cajeta entre mis manos. Prefiero dejar mi coche que la cajeta. Entienda, señorita, la cajeta no y no. Era inútil, no había de otra. Se acercaba la hora de cerrar. La señora Mamey se había ido a otra caja. El muchacho parecía cansado. La cajera se miraba las uñas. Empezaban a bajar la reja. Tuve entonces que dejar mi cajeta envinada. El cerillo y yo salimos del super como apagados. Con mucho cuidado acomodó las bolsas semi-vacías en el coche. «Allí te lo debo ¿sí?; me sonrió. El cuidador del coche me ayudó a echarme en reversa. Desde la ventanilla le dije «Disculpame, me quedé sin dinero». No contestó, tampoco me lo creyó. estoy segura de que no era la primera y me fui repitiendo. «la cajeta no, la cajeta, no»

Voy a celebrar que tuve para comprar la cajeta envinada, disfrutando de otra cucharada, esta vez sin temor a que se vaya a quedar enredada en mi cintura, tal vez llegue el día en que tenga que dejarla en la barra de la caja del super…

¡Deliciosamente dulce y envinada!
Peregrina

Ramadán, tiempo de oración en días de revolución

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Ramadán es el noveno mes del calendario musulmán que es lunar e inicia con el primer cuarto creciente de luna, apenas la luna nueva deja de ser invisible en el cielo.

Este año, desde el 1 de agosto y durante todo el mes el mundo islámico se llevan a cabo los ayunos y períodos de oración constante que terminará con el festejo del Eid ul-Fitre celebrando con comida bebida y festivales que duran por varios días.

El Ramadán 2011 será particularmente especial para varios países musulmanes que viven tiempos de cambio y revoluciones de pensamiento político.

Que la paz interior prevalezca y se deje sentir en los corazones y las vidas de todos nuestros hermanos musulmanes y de cualquier otra religión.

Peregrina