El canto de la lluvia

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Soy las húmedas hebras de plata lanzadas del cielo
Por los dioses. La Naturaleza me lleva, para adornar
Sus campos y valles.

lluvia

 

Soy las bellas perlas, arrebatadas a la
Corona de Ishtar por la hija del Alba
Para embellecer los jardines.

Cuando lloro las colinas ríen;
Cuando estoy abatido las flores se regocijan;
Cuando estoy agobiado, todo sonríe con alborozo.

El campo y la nube son amantes
Y entre ellos soy el mensajero de la misericordia.
Sacio la sed de uno,
Curo la dolencia del otro.

 

 

La voz del trueno proclama mi llegada;
El arco iris anuncia mi partida.

Soy como la vida terrena, que comienza a
L
os pies de los desencadenados elementos y culmina
En las elevadas alas de la muerte.

Emerjo del corazón del mar y
Me remonto con la brisa. Cuando veo un campo en la
Indigencia, desciendo y rodeo las flores y
Los árboles en un millón de pequeñas caricias.

Golpeo suavemente las ventanas con mis
Delicados dedos, y mi anuncio es una
Canción de bienvenida. Todos pueden oírme, pero sólo
Los sensibles me comprenden.

La calidez del aire me da a luz,
En cambio yo la opaco,
Tal como la mujer derrota al hombre con
La fuerza que de él extrae.

Soy el suspiro del mar;
La risa de los campos;
Las lágrimas del cielo.

Lo mismo que el amor:
Suspiro desde el hondo mar del cariño;
Río desde el vívido territorio del espíritu;
Lloro desde el infinito cielo de los recuerdos.

Khalil Gibran
Fragmento del libro «Lágrimas y Sonrisas» publicado en 1914

 

De corazones y almas que se reflejan en ellos

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Hay corazones tan pequeños y débiles que mueven a tantos corazones que se sienten fuertes y  grandes, pero resultan tan pequeños e impotentes ante la majestuosa fuerza del amor invisible… Indivisible … Ese que solo se transmite entre corazones abiertos al infinito Amor Incondicional, ese que es Divino por naturaleza incondicionalmente condicionado y enriquece y da vida a todos los corazones, por pequeños o grandes que parezcan.

ojo_llorando_con_pupila_corazonY de repente, miro los ojos de un corazón iluminado, que sufre y no sabe a bien por qué o cómo es que llega a ese momento en el que un pequeño corazón que sabe que le pertenece por derecho de sangre, está abierto … Debilitándose, exponiéndose y donándose… Y esos ojos me miran y tratan de sonreír y pierden la fuerza de su potente voz y se doblegan ante el dolor que… Se desvanece en sonrisa de niño cuando una broma que pretende hacerle olvidar lo toca… Como una caricia… Y sonríe como queriendo decir «no puedo más, me duele y no sé cómo llorar» y esa voz, esa potente voz, por primera vez, suena como un susurro, una potente voz silenciada por el desvanecerse del latir de un corazón… Un corazón que lucha por seguir latiendo, por dejarse escuchar más allá de la distancia, más allá de los silencios…

Esos corazones que pasan delante del dolor indiferentes porque no conocen, porque no han estado expuestos, o bien porque han estado encerrados en el ego de su inconsciencia y pasan, miran  y no logran percibir lo que sucede porque no entienden el amor que se desborda queriéndolos tocar sin lograr llegar a ellos, por más que se estira y se estira, no los toca porque no se dejan tocar.

Amar sin saber a quién se ama, mirar sin saber a bien qué se mira, en la infinita obscuridad que se transforma en luz opaca, luz que no brilla, luz que se difumina lentamente y entra por … no, no por los ojos, no son los ojos los que la miran… Es el corazón… Cuando una mirada está perdida, es el corazón quien abre los ojos  y mira, profundo, distante, diáfano y permanente.  Por eso la mirada parece perdida, porque es el corazón que se concentra y mira, toca, más allá del tiempo, más allá de los límites del pensamiento… Se transforma, se transmuta… Muto… Sin sonidos… Como el murmullo de los árboles que transmiten su amor a través de la suave y sigilosa caricia del viento sobre sus hojas…  Y los corazones laten porque lo notan… Laten porque lo sienten… Laten porque lo comparten… El amor…

El amor…

Y una lágrima de agradecimiento resbala y las rodillas se doblegan…

Gracias por dejarme sentir, gracias por latir dentro de mí, gracias por permitirme percibir otros latidos … Otras palpitaciones… Otros corazones… Otras almas que se reflejan en los latidos de muchos corazones…

Peregrinando entre los latidos de corazones unidos por un corazón…