Sombras

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No existiría la sombra si una luz no le diese vida,
así como no puede haber un suspiro si la evocación no lo alienta.
Desde lo más insensible hasta la membrana más dispuesta a vibrar
por la cercanía de tu aliento,
mi sombra se desvanece
cuando la tuya aparece y la cubre en tortuosas cadencias
que se transforman en tu obscura presencia penetrando mi sombra.

La luz…

Ese reflejo que se cuela
a través
de la ligera abertura que queda entre las cortinas
anunciando el rayo de luz que da vida a la sombra

y llega

para matar el manto de aterciopelada negrura que cubría nuestro lecho,
cuando tu aliento aún no se desvanecía entre el mío.

Buen día… Deliciosa sombra

Peregrina, entre deseos y placeres sostenidos.