Cleopatra en Nueva York

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Desde hace varios años, Cleopatra en Nueva York es una pieza musical que acompaña por lo menos dos de las tardes de mis semanas.  Con un ritmo que invita a transportarse a la nada de los pensamientos y soltar la respiración mientras los brazos se bambolean al ritmo de las caderas, el nombre que Nickodemus le dio a su versión, un tanto psicodélica, de un clásico egipcio le dan el toque de magia exótica a las fantasías que se pueden despertar al escuchar la voz que acompaña la cadencia de los instrumentos.

Y bien, Cleopatra sí está en Nueva York, y se erige majestuosamente en el Central Park, con poca cadencia, pero con muchos misterios insritos en sí.

Resulta que es uno de los dos obeliscos que fueron esculpidos en piezas de granito rojo de casi 21 metros de altura y con un peso que dista mucho de ser etereo: unas 180 toneladas.  Los jeroglíficos egipcios que están inscritos encierran secretos que se pueden intuir al escuchar la composición de Nickodemus.

Fueron erigidos originalmente en la ciudad de Heliópolis alrededor de 1450 a. C., aunque el granito que las compone provenía de las canteras de Asuán, cerca de la primera catarata del Nilo.

Las inscripciones fueron ordenadas grabar unos doscientos años después por Ramsés II, para conmemorar sus victorias militares. Cuando fueron trasladados a Alejandría en el año 12, se instalaron en el Caesarium (un templo construido por Cleopatra) pero fueron derribados más adelante y quedaron enterrados, por desatino del destino, para que pudieramos observar la mayoría de los jeroglíficos que permanecen legibles a la fecha.

Dos obelisco: uno en  Londres,  (Westminster, a orillas del Támesis), fue humilde obsequio al Reino Unido que Mehemet Ali hizo en 1819, en conmemoración de las victorias de Lord Nelson en la batalla del Nilo y de sir Ralph Abercromby en la batalla de Alejandría de 1801.   Pero como era un regalo muy costoso para los britanicos, se dieron el lujo de decir no, agradeciendo, claro pero negándose a financiar el pago del traslado a Londres, por lo que permaneció en Alejandría hasta 1877, cuando sir Erasmus Wilson patrocinó su transporte.

El otro, el que le me hace escribir estas líneas, se encuentra en los Estados Unidos y es  conocido como «La aguja  de Cleopatra en Nueva York».  Ubicado en Central Park. Tras la apertura del canal de Suez en 1869, también un regalo que Ismail Pasha ofreció con la esperanza de cultivar las relaciones comerciales, formalizando el hecho su hijo y sucesor Tewfik Pasha en 1879. William H. Vanderbilt financió el traslado y el obelisco quedó instalado en el parque en 1881.

Piedras que cuentan historias, música que cuenta sueños … A mí me gusta esconder mis deseos y pensamientos en la cadencia de mis brazos y caderas cada vez que mis pies se deslizan en relevé acompañados de shimmies al ritmo de la composición de Nickodemus… 

Peregrina.

Arte para todas las miradas

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En un mundo de diversidad infinita, en donde millones y millones de personas tienen puntos de vista tan contrastantes, es mágico darse cuenta que todos somos parecidos, en alguna forma, todos tenemos un punto en el que podemos encontrar la coincidencia: el arte. El arte existe porque la mirada de todos es distinta.

Ser espectdor, abrir los ojos ante las fantasías de mentes creativas hechas realidades, nos reta a entrar en contacto con esa parte desconocida del otro, implica abrir nuestros sentidos y arriesgarnos a tener contacto con las cosas, con realidades diferentes a la nuestra. Darnos la oportunidad de percibirlas.

A través del arte el ser humano intercambia fantasías que alimentan la creatividad. Es como si nuestra mente se alimentara con esas ideas y en consecuencia, como respuesta, aflora la creatividad, el deseo de compartir, de expresar los sentimientos que nacen del momento.

El mundo esta en completo cambio, es verdad, pero sin lugar a dudas, es la manera en la que lo vemos la que cambia en continuación, a partir del intercmbio de pensamientos a través de las diferentes maneras de expresión, los seres humanos se nutren de la riqueza de su arte y sus tradiciones, crea y se recrea… ¿Qué sería de un pueblo sin propuestas artísticas? ¿De qué se nutriría su espíritu?

Percibiendo la diversidad de la vida
Peregrina.

Frida y Diego. Escultura tallada en rábanos. Noche de rábanos en Oaxaca
Fotografía de Gabriela Garza

Breve pesadilla

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De repente todo se fue desvaneciendo,
como la neblina en un la madrugada,
como el aliento en un suspiro.

Los sabores amargos se aprecian más con el paso de los años.

También las fantasías toman matices obscuros de tonos refulgentes,
súbitamente
el fuego se hace frío y el agua tiene profundidades infinitamene invitantes.

Tirarse a la hoguera …
imaginar la última burbuja de aire que sube desde el abismo.

Perderse entre los desconocidos
que conocieron la tibieza de la vida,

Sentir un rítmico y ligero palpitar dentro el pecho,
pero por poco…

Al final,
las lagrimas no alcanzarán a lavar el carmesí que matiza la piel,
de ese color se evapora el último respiro,
un suspiro.

Me despertó el frío que hacía tiritar mi cuerpo.
Mi respiración era cálida…
Todavía.

Mis ojos los miraron… Peregrina.

«Abusos. Familias Migrantes de la Frontera Sur». Esculturas del artista oaxaqueño Alejandro Santiag. Un sueño me vino en mente al mirar parte de las 2501 estatuas de barro, tendidas frente al Templo de Santo Domingo en Oaxaca, México.

Bronce, movimiento estático

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El bronce inmóvil acompañaba la danza del viento.

 

>Mientras el espíritu de Leonora Carrington se paseaba entre sus máscaras y mágicos embrujos celtas. . .

 

. . . los velos acariciaron su sombra.

 

Me gusta este cuento de Ŷibrān Jalīl Ŷibrān ibn Mijā’īl ibn Sa’d para acompañarlas. 

 Había una vez una bailarina que con sus músicos había arribado a la corte del príncipe de Birkaska.   Admitida en  la corte, bailó ante el príncipe al son del laúd y la flauta y  la cítara.

Bailó la danza de las llamas, y la danza de las espadas y las lanzas; bailó la danza de las estrellas y la danza del espacio. Y, por último, la danza de las flores al viento.

Luego se detuvo ante el trono del príncipe y dobló su cuerpo ante él. Y el príncipe le solicitó que se acercara, y dijo:

Hermosa mujer, hija de la gracia y del encanto, ¿desde cuándo existe tu arte? ¿Y cómo es que dominas todos los elementos con tus ritmos y canciones?

Y la bailarina, inclinándose nuevamente ante el príncipe, dijo: 

Poderosa y agraciada Majestad, desconozco la respuesta a tus preguntas. Sólo esto sé:

el alma del filósofo habita en su cabeza;

el alma del poeta en su corazón; mas,

el alma de la bailarina late en todo su cuerpo.

Crear, recrear, arte en movimiento constante, imaginación que ilumina los espacios más escondidos del espíritu y explota en gritos de expresiva libertad.

Peregrina.

La evolución silenciosa ~cuando el cemento se transforma en coral~

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La falta de color enfatiza la belleza de la expresión de cada uno de los rostros que, sin ojos, proyectan la mirada al infinito del destiempo que les abrazará en el silencio profundo del mar. Los detalles de la textura suave de una gorra de lana tejida, o el velo que cubre la cadera de una mujer con el torso desnudo, contrastan con lo áspero del cemento que les da forma. Un vientre de piedra que no engendra dentro de sí la vida, será la base para que la vida pueda procrearse apoyada en él. La oración perenne de una mujer que no sentirá el paso de las corrientes marinas entre sus manos que acarician el continuo movimiento de los peces y caballitos de mar que jugarán entre sus dedos. La magia del arte convertirá el cemento en arrecife de coral. El sueño de una mujer que apoya la cara sobre sus manos y un niño con crocks que mira la televisión…

El artista es Jason deCaires Taylor, escultor, buzo, fotógrafo y naturalista que en el 2006 plantó su primer museo subacuático en el Océano Atlantico, cerca de las costas de la isla Grenada, terriblemente destruida por los huracanes Iván (2004) y Emily (2005). Hoy, Vicissitudes, un conjunto de esculturas entre las que se encuentra un grupo de personas tomadas de la mano en un círculo de eterna fraternidad, ha ayudado a la considerable regeneración de la zona marina afectada.

Ahora toca a la porción de arrecife que va de Cancún a Isla Mujeres en México. MUSA (Museo Subacuatico del Arte) es el proyecto que dirige Jason deCaires Taylor. Pretende reforestar lo que los huracanes Gilberto (1988), Wilma (2005) y otros menos furiosos pero igualmente destructivos se han llevado a su paso.

Amor por la belleza, eso es lo que «La Jardinera de la Esperanza», «El Coleccionista de los Sueños Perdidos» y «Hombre en Llamas» transmiten al ver las imágenes azuladas que ya adornan el fondo del Mar Caribe en la espera de «La Evolución Silenciosa», el conjunto de unas 400 esculturas en las que ha quedado plasmado el cambio del mundo en que vivimos. Gente de varias razas, culturas, edades, unidas en el destiempo que se vive en el fondo del mar. Cemento, arena, fibra de vidrio y corales vivos que le darán vida a lo que el hombre y la naturaleza han destruído. La dependencia del humano con la naturaleza es orgánica, así lo ve y transmite la maravillosa obra de Jason deCaires Taylor.

¡Qué fortuna haberlas visto bajo las nubes, ya que difícilmente podré admirarlas bajo el mar! Y cuando tomé las fotos, él estaba admirando sus esculturas y yo no lo conocía… Vicisitud que me hace sonreír…

Aquí están todas las imágenes que tomé antes de que el sol se pusiera …

En la magia del peregrinar me encanta ser
Peregrina