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Fragantes hojas, tiernos retoños
El deseo de los poetas, amor de los monjes
Macerado en jade blanco y cernido en gaza roja
Infundido en caldero del color del oro, en un remolino, espuma de flores
De noche da la bienvenida a la brillante Luna, al alba disipa la bruma rosada
Pasado y presente, los que lo beben se sienten vigorizados y calma la resaca.

(Yuan Zhen de la Dinastía Tang 618-907 D. C.)

Imaginar la época en la que vivió la Dinastía Tang, nos da la impresión de que antes de eso, poco había pasado; sin embargo, mucho tiempo atrás, en el año 2737 A. C. vivió el emperador Shen Nung, quien, según la leyenda, descubrió la infusión que hasta hoy llamamos té.

Resulta que Shen Nung era amante de la herbolaria, sanador de su época. Como en esos tiempos no había laboratorios donde se pudieran hacer pruebas, cada vez que Shen Nung encontraba una planta que le parecía que pudiese tener algún efecto positivo en la cura de algún mal, la probaba. No fueron pocas las veces que su cuerpo enfrentó intolerancias y envenenamientos de los que se salvaba gracias a su intuición para elegir los antídotos correctos. Shen Nung, quién vivió hacia el año 3000 A.C., anotó información sobre 365 drogas en su Gran Herbario o Materia Médica China (Pen Tsao)… Todo es parte de la leyenda pues no se ha comprobado ni la autenticidad del autor ni de las historias que ahí se escriben; sin embargo, los remedios siguen usándose hoy día. El ginseng es un ejemplo.

La historia que quiero contar aquí es la de cómo descubrió el té. Como todo gran descubrimiento, fue una casualidad, fruto del destino.

Estaba sentado bajo un árbol -que hoy conocemos como Camellia Sinensis, descansando mientras su sirviente hervía un poco de agua en un tazón de porcelana. Debido al viento que soplaba, algunas hojas secas del árbol cayeron dentro del tazón y desprendieron un suave aroma, tiñendo el agua de un obscuro tono dorado. Shen Nung, habituado a probar cuanta hierba nueva conocía, tomó el tazón y bebió la infusión, sintiéndose feliz de haber probado tan delicioso brebaje, promovió su consumo entre su pueblo y hasta ahora, ese suave aroma puede ser disfrutado en todo el mundo.

Shen Nung murió intoxicado, como era de esperarse, después de ingerir centenares de hierbas, utilizando el método de prueba y error en su propio cuerpo.