Ovillo de luna para tu cumpleaños

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Tu camino está trazado entre la duda y el desconcierto. No sabes si el andar transcurrirá recto o encontrará curvas, subidas o bajadas. El sendero está trazado pero tu andar no comienza aun. El futuro se sostiene de un hilo, delgado como la seda, sujetando al deseo lleno de ideas, o, ¿serían ideas llenas de deseos?  ¡Qué más da!, si al fin y al cabo, los deseos siempre son ideas que se quedan calladas hasta que logran encontrar un hueco para ser expandidas y alcanzadas. Así, con los deseos guardados y la decisión tendida hacia adelante, debes comenzar tu andar. «Con hilo de lucero, la noche confecciona su ovillo de luna«. En algún lado leí esa frase y me gustó para dedicártela en este cumpleaños. Un cumpleaños que está marcado por el secreto del futuro que se abre hoy, más incierto que tus futuros pasados. Y la luna siempre está jugando a enredarse hasta quedar redonda y desenredarse hasta desaparecer; sabe que el hilo ahí está y las estrellas tendrán siempre el tiempo de seguir tendiéndolo para que ella juegue a enredarse y aparecer y desenredarse hasta desvanecerse.

Tal como la luna juega con la luz de las estrellas y el mar se divierte adornando el borde de su vestido con la espuma de cada ola, la vida nos pone puntos suspensivos para detenernos y reflexionar en la ideas que adornarán nuestro hacer. Cada pausa al encontrarlos, es aliento que vuelve a impulsar para retomar la frase hasta llegar al punto y a parte que abra un nuevo párrafo, porque de lo contrario, la historia se vuelve monótona y las ideas se mueren en el silencio de la monotonía.

Te miro dormir a mi lado y me pongo a pensar, con gran alegría a pesar de la nostalgia, que a partir de ahora nuestras oportunidades de compartir experiencias serán cada vez más inusuales y por lo tanto maravillosamente mágicas, como mirar una estrella fugaz en una noche de verano. Me gusta fantasear y mirarte. En tu rostro que dibuja tan pocos años, se concentran todos tus años y también todos los años de mi vida, porque para llegar a hacerte realidad, tuve que vivir muchas experiencias, tantas como las hojas que un árbol despliega estación tras estación.

Diecinueve años son tan pocos y sin embargo te has construido hasta el punto y a parte que hoy marca el fin de este párrafo de tu historia. ¡Qué bueno ha sido escribir dieciocho años contigo! Que gozo infinito me provoca intuir que los capítulos que seguirán el relato de la historia de tu vida, serán escritos con tinta de asombro y deseo de triunfo.

Peregrinando en una noche de luna creciente. Augurio de vida eminente y prestigiosa; brillante y exitosa.

Movimiento y quietud: manifestaciones del alma

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«El pie, comprendido en toda su complejidad, tiene dos funciones principales: la de movimiento y la de sentido, en cuanto a que es el receptor propioceptivo* plantar. En la danza asume una tercera función, la de la expresión gestual. No en vano, en el escenario, el pie es un organismo muy estudiado, cuidado y trabajado» Ph. Paul Sovari

Danzar me mantiene alerta, aun si mi danza no lleva un ritmo predeterminado ni sigue parámetros preestablecidos, voy intuyendo los tiempos que va marcando mi propia necesidad de transmitir la emoción de ese momento. No es lo mismo bailar una interpretación propia, que seguir una coreografía y acoplarse al ritmo del grupo. La atención y la tensión son diferentes.

Bailar descalza me da la oportunidad de entrar en contacto directo con el mundo. Al tocar el suelo, recibo directamente las sensaciones que me produce la tierra que piso: el frío de la loseta, la rugosidad de la arena, la dureza de la piedra o el pavimento. Los pies son la única parte del cuerpo que, estando descalzos, entra en contacto directo con el mundo. Detenerme a pensar en lo que mis pies me regalan es el simple propósito de estas lineas. Caminar de puntas entre el susurro de esa idea: mis pies desnudos mientras bailo. La danza oriental va interpretada con los pies descalzos, sintiendo cada uno de los «dum» y los «tac» en el ritmo que vaya marcando la percusión.

La danza es meditación activa. Enfocándola en lo que quiero compartir. En «Mareas de seda» quise transmitir la inmensidad, esa en la que me da miedo diluirme, con la que no puedo convivir. Esa que me ahoga nada más  de verla y me sofoca de tenerla cerca. El mar, bellísimo y espléndido. Impetuoso, enérgico y arrebatado. Movimiento perpetuo que en rincones se presenta suave, casi reposado invitando al pensamiento reflexivo, ese que solo encontramos dentro de nosotros mismos.

Dice George Gurdjieff «Podemos encontrar dentro de nosotros mismos, con la práctica de una observación tranquila, el movimiento de la fuerza original. Si puedo darme cuenta del movimiento que hago, me vuelvo cada vez más conscientes de la fuerza que me lleva de vuelta al origen, a la esencia. Para esto se requiere solo de una condición: permanecer en la escucha.

Cuando escuchamos atentamente, lo primero que oímos es el ruido que proviene de todas las percepciones del mundo exterior, si logramos afinar un poco más, escucharemos el ruido de nuestros propios pensamientos, de nuestras emociones, y después del ruido, escuchamos una respiración que es el movimiento, incluso en la quietud y en el silencio.

El movimiento comienza con la quietud. Sólo quien entiende la quietud puede realmente entender el movimiento. Sólo quien llega a la fuente que se sitúa en la quietud puede entender el movimiento. Sólo quien entiende el silencio, puede entender las palabras. Mucha gente habla y habla sin entender lo que dicen, ni lo que la palabra contiene, porque no entienden el silencio, que es la fuente de la palabra. Para la mayoría el movimiento es un escape de su propia quietud y silencio.

Se necesita una alternancia entre quietud y movimiento, entre el silencio y las palabras. Cuando es difícil estar en el silencio es mejor escoger el hablar apropiado y cuando tenemos dificultades de estar en quietud es mejor escoger el movimiento apropiado.»

Peregrinando en el amor de mis mareas.

*La propiocepción es el sentido que informa al organismo de la posición de los músculos, es la capacidad de sentir la posición relativa de partes corporales contiguas. La propiocepción regula la dirección y rango de movimiento, permite reacciones y respuestas automáticas, interviene en el desarrollo del esquema corporal y en la relación de éste con el espacio, sustentando la acción motora planificada. Otras funciones en las que actúa con más autonomía son el control del equilibrio, la coordinación de ambos lados del cuerpo, el mantenimiento del nivel de alerta del sistema nervioso y la influencia en el desarrollo emocional y del comportamiento.