Estoy enredada en una cinta Möbius , escondida entre fractales. El infinito presente, constante, intermitente; sonido y silencio; pensamiento y ausencia… Divinamente humano, humanamente divino.
Paul Auster dice que el azar es un medio de recordar que no sabemos nada, que el mundo en que vivimos nunca dejará de escapársenos. Últimamente vivo al azar, tratando de abrir bien los ojos para atrapar la mayor cantidad de instantes y al final del día, maravillarme por no haberlo planeado y disfrutar de la perfección de sus resultados.
Claro, hay veces que no existe el encanto, probablemente mis ojos no fueron lo suficientemente vivaces para captar todos los momentos, suele suceder.
Azar y probabilidades, casualidades… Se le preguntó a una matemática recién titulada con honores, qué probabilidades existen de que dos personas que no se conocen, viviendo en ciudades diferentes, comenten con una tercera en el mismo día algo relacionado con una cinta Möbius y la respuesta fue: pocas, muy pocas, casi imposible.
El ángulo que me invita a asomarme con curiosidad es que escribí el primer párrafo justo después de haber visto el video del Canon del Cangrejo 1 à 2, compuesto en 1747 por J. S. Bach. En ese año, su hijo Carl Philipp Emanuel estaba al servicio del rey Federico II el Grande en Sanssouci como clavecinista.
Muchos años después, pero muchos, muchos, en 1858, los matemáticos alemanes August Ferdinand Möbius y Johann Benedict Listing descubren un objeto no orientable con una sola cara y un solo borde a la que le dan el nombre de «Cinta Möbius»
Me parece tan curioso que un siglo antes, en la mente de J.S. Bach las notas hayan diseñado algo que tomó forma un siglo después. Esa misma curiosidad me llevó a buscar al autor de este video y llegué a su página, en la que encontré -entre tanta matemática que difícilmente entiendo pero que me hace sentir agradecida por tanta maravilla- el laberinto infinito de los fractales.
Y bien, probablemente ahora que has leído hasta aquí dirás: «y bien… ¿Qué con todo esto? ¿Cuál es el punto?»
Casualidad. Que me encantan las casualidades. Que es sólo casualidad que en el momento de mi encuentro con el trabajo de Jos Leys, esté leyendo algo sobre Gottfried Leibniz y su descubrimiento del cálculo infinitesimal, basado precisamente en uno de los principios de su filosofía: la noción de continuidad de la naturaleza.
Todo está relacionado, desde lo infinitamente pequeño a lo infinitamente grande. El cálculo infinitesimal no es más que la expresión matemática de esa continuidad. Todo lo que es tiene razón suficiente. El universo es un sistema infinitamente armonioso, en el que hay a la vez unidad y multiplicidad, coordinación y diferenciación de cada una de sus partes, capaces de aprehender las conexiones esenciales entre todos los seres.
Por eso escribí que me sentía enredada en una cinta Möbius , escondida entre fractales. El universo en el que vivimos es divinamente humano y humanamente divino.
Peregrina.