Sentir la energía del sol en su plenitud la tarde del equinoccio de primavera es eso, magia pura. Misterioso contraste que desciende mientras el sol se va despidiendo de la Tierra y se manifiesta en su totalidad en el momento preciso en el que el equinoccio es un hecho.
¿Cómo lo hicieron? ¿A quién se le ocurrió? Los antropólogos podrán explicar la historia a partir de las conclusiones de sus estudios, investigan y sacan conjeturas. Lo que es cierto es que la magia que encierran todas las tradiciones mayas parten de una observación precisa y constante del medio que rodeaba a los pueblos prehispánicos, de los astros que los alumbraban y marcaban sus ciclos, de la naturaleza misma de la que dependían totalmente y a la que adoraban con gran respeto en unidad total y absoluta.
Presenciar el equinoccio justo frente a la Gan Pirámide de Chichen Itzá, sin que nadie me impidiera fotografiar con gran admiración la precisión con la que la Kukulkan descendió magnifico y luminoso el 20 de marzo, enmarcado por la sombra que le daba forma, ¡fue magia pura! Estallido de alegría y gozo en plenitud. Realmente me sentí una con el Universo.
Después, cuando el sol pintaba de rosado las piedras, el cielo estaba completamente limpio, sin una nube y de un azul muy intenso. El viento cesó y se sintió el esplendor que deja la magia a su paso.
Peregrina.
Contemplar la Luna llena es una experiencia mágica, pero este mes, su intenso resplandor en perigéo me maravilló hasta hacerme sentir escalofríos. El viento constante mantenía a las nubes en danza continua, una danza que ha marcado el ritmo de este mes. Selene estuvo cerquita de Gea; tan cerquita, que era posible mirar sus detalles sin un telescopio, apenas 356.577 kilómetros de nuestros ojos, ¡casi nada si pensamos en los años luz que nos separan de otros astros! Su brillo embelleció las noches tibias que abrazaron la llegada de la Magia de Primavera.
Una primavera que espació bendiciones liberadoras del alma. Se cumplió un ciclo irregular de floración de las ceibas que cada 10 años aproximadamente dan un fruto que madura y el viento se encarga de esparcir por doquier. Algodones que vuelan sin rumbo, posándose suavemente sobre las rocas, sobre los prados, sobre la tierra, las semillas caerán después cuando ya los algodones se desprendan completamente, están ahí, en el árbol, esperando el momento de poder germinar, encerrando la esperanza de convertirse en frondosos y enormes árboles sagrados.
Hay leyendas, tradiciones, historias que pasan volando como los algodoncillos de la ceiba y se posan sobre la imaginación de quien los escucha. Pero también hay historias que no se cuentan, historias que se guardan y esperan su momento para ser contadas, o enterradas en el recuerdo de una mente sola.
La Primavera trae siempre frescura de colores y deseos de renovación. Esta primavera ha sido intensa pero silenciosa, como los algodoncillos al caer… son tantos y tan silenciosos…
Estoy sumergida en la lectura de una de esas historias que debieran quedarse en el silencio de la memoria…
Peregrina.
8 de marzo Día Internacional de la Mujer
¡Mimosas para todas!
Tuve un jardín grande, muy grande que rodeaba a una casita pequeña, muy pequeña. Tan pequeña que tenía una sola ventana que no era azul sino verde. Cuando la abría podía disfrutar del regalo que cada día se desplegaba ante mí, cada mes había una sorpresa especial, cada estación me obsequiaba un panoramas distinto. A mediados de febrero un arbolito delicado que descansaba no muy lejos del lado derecho de mi ventana, comenzaba a teñirse de amarillo y su brillo contrastaba con los grises y marrones del invierno. Las montañas que se alzaban más allá de la colina eran blancas, pero a pesar del viento que soplaba desde allá, me gustaba abrir la ventana para sentir el perfume de las flores que delicadamente se abrían. Las mimosas anunciaban la primavera. Amarillo era el primer color que aparecía ante mi ventana, que no era azul sino verde, muy verde y el horizonte se abría amplio, muy amplio desde lo alto de la colina en donde vivía en una casita pequeña… muy pequeña.
Hoy extraño las mimosas en marzo, extraño su perfume y la delicada suavidad de sus flores.
Peregrina.
Publicado originalmente el 7 de marzo del 2009.
Para qué contar una historia que ha sido más que contada, conocida por quienes quieren conocerla y visitada por quienes tienen la fortuna de hacerlo. No tiene caso mencionar que al visitarla, el respiro desaparece ante la magnitud de la belleza que circunda la presencia de quien pisa el lugar.
Cuando se dice Capilla Sixtina un nombre viene a la mente: Miguel Angel . Pocos saben que el artista pintó únicamente la bóveda y el ábside (la parte posterior del altar principal) motivo de controversias y divisiones entre los clérigos de esa época que censuraron la desnudez de la obra. El resto de los afrescos que decoran las paredes son de varios artistas, reconocidos y no tanto: Perugino, Pinturicchio, Botticelli, Piero di Cósimo, Ghirlandaio, Cósimo Rosselli y Rafaello que realizó los tapices que decoraban la parte inferior de las paredes.Este es el exterior del edificio.
Te invito a entrar. . . ¡Sin hacer fila!
Espero que un día puedas visitarla, si no lo has hecho y así lo deseas.
En este otro link, un paseo por el Vaticano y sus secretos conocidos.
Buen domingo,
Peregrina