El susurro de los árboles

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Talento para componer, talento para interpretar y también talento para apreciar. Todos nacemos con estrella, somos dados a luz y esa luz permanece en nosotros por el resto de nuestra vida, (que haya quienes no quieren verla es otro cantar), lo que significa que todos tenemos la capacidad de ser luminosos. Es preciso, sin embargo, hacer uso del talento para lograr vivir en la luz, poder apreciar la belleza que se esconde en todos lados y convertirla en algo más: creatividad.

Creatividad para transformar, creatividad para compartir, creatividad para opinar. No es necesario condenar lo que otros han creado porque las malas creaciones se condenan por sí mismas, cada creación lleva en sí el alma de su creador. En estos últimos días, he entrado en contacto con diferentes manifestaciones artísticas y he podido darme cuenta que, para criticar lo que se me ofrece, es necesario abrir el corazón, ensanchar mi propia apreciación y tratar de ver más allá de lo que los sentidos físicos reciben, encontrar la esencia de las raíces que lo han formado y entonces decidir si fundirme o no con esa obra. No todo es para todos y en este universo hay espacio para cada uno y cada una de sus obras. El talento de apreciación me permite entrar en sintonía y armonizar, o dejarlas pasar para que puedan llegar a quienes logren apreciarlas tal como son. Criticarlas sin juzgarlas. Apreciar una obra desde sus raíces me da la posibilidad de hacerme un lado o armonizar.


Armonizar, fluir con la energía que ha generado la expresión que se recibe, y enriquecerla al mezclar los sentimientos que logra despertar en mí. El arte es generadora de sensaciones y sentimientos ¡de ellos se alimenta!

Las grandes obras llega a serlo porque son la manifestación no sólo de quienes las han creado, sino de aquellos que las aprecian y valoran, dándoles trascendencia. La humanidad se apropia de ellas, las hace Obras Maestras Universales. Trascienden y con ellas su autor y quienes las recrean.

Trascender es la razón de la vida. Vivir y disfrutar mientras se vive le da sentido a esa razón. Crear y recrearse con las creaciones que se comparten hacen de ese sentido, un motivo para vivir.

Los árboles susurran hasta cuando no hay viento. Es necesario aprender a escuchar el silencio del viento para desarrollar el talento, he ahí el secreto de la creatividad.

Disfrutando de los acordes de una fresca mañana dominical sin viento,
Peregrina.