Llévame entre los sueños

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¿Por qué tocas mi pecho nuevamente?
Llegas, silenciosa, secreta, armada,
tal los guerreros a una ciudad dormida
quemas mi lengua con tus labios, pulpo,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia sin fin
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una aridez sombría.

El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto
y quedo frente a ti,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.

Verdad abrasadora,
¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma,
mas hace arder
todas las formas
con un secreto fuego indestructible.

Pero insistes, lágrima escarnecida,
y alzas en mí tu imperio desolado.

Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.

 

Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente
y haces proféticos mis ojos.
Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.

Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
tal un ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.

 

La oscura ola
que nos arranca de la primer ceguera,
nace del mismo mar oscuro
en que nace, sombría,
la ola que nos lleva a la tierra:
sus aguas se confunden
y en su tiniebla
quietud y movimiento son lo mismo.


Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.

Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho,
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma,
ni se demora sobre lo que engendra.



Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con tu aceite,
para que al conocerte, me conozca.


«La Poesía» del maestro Octavio Paz, adornada con el arte de Serge Marshennikov, pintor ruso contemporáneo.

 

 

Un domingo de poesía entre sábanas blancas,
Peregrina.

 

Una razón más para vivir sonriendo

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Hoy es el cumpleaños de una  mujer de ojos grandes muy grandes.  Mi amiga vive sonriendo y con una actitud positiva ante la vida, por eso me recuerda a la Tía Ofelia de las historias de Angeles Mastretta en Mujeres de Ojos grandes.

«Hay gente con la que la vida se ensaña, gente que no tiene una mala racha sino una continua sucesión de tormentas. Casi siempre esa gente se vuelve lacrimosa. Cuando alguien la encuentra, se pone a contar sus desgracias, hasta que otra de sus desgracias acaba siendo que nadie quiere encontrársela.

Esto último nunca le pasó a la tía Ofelia, porque a la tía Ofelia la vida la cercó varias veces con su arbitrariedad y sus infortunios, pero ella jamás abrumó a nadie con la historia de sus pesares.  Dicen que fueron muchos, pero ni siguiera se sabe cuantos, y menos las causas, porque ella se encargó de borrarlos cada mañana del recuerdo ajeno.

Era una mujer de brazos fuertes y expresión juguetona, tenía una risa clara y contagiosa que supo soltar siempre en el momento adecuado.   En cambio, nadie la vio llorar jamás.   A veces le dolían el aire y la tierra que pisaba, el sol del amanecer, la cuenca de los ojos.  Le dolían como un vértigo el recuerdo, y como la peor amenaza, el futuro.   Despertaba a media noche con la certidumbre de que se partiría en dos, segura de que el dolor se la comería de golpe.   Pero apenas había luz para todos, ella se levantaba, se ponía la risa, se acomodaba el brillo en las pestañas, y salía a encontrar a los demás como si los pesares la hicieran flotar.  Nadie se atrevió a compadecerla nunca.  Era tan extravagante su fortaleza, que la gente empezó a buscarla para pedirle ayuda. ¿Cuál era su secreto? ¿Quién amparaba sus aflicciones? ¿De dónde sacaba el talento que la mantenía erguida frente a las peores desgracias?

Un día le contó su secreto a una mujer joven cuya pena parecía no tener remedio:   -Hay muchas maneras de dividir a los seres humanos- le dijo-.   Yo los divido entre los que se arrugan para arriba y los que se arrugan para abajo, y quiero pertenecer a los primeros.  Quiero que mi cara de vieja no sea triste, quiero tener las arrugas de la risa y llevármelas conmigo al otro mundo. ¡Quién sabe lo que habrá que enfrentar allá!»

Cuando sea grande quiero ser como tú…

Peregrina.

La fotografía de Alfred Stieglitz 1919 «Georgia Okeefe». La pintura es de la artista estadounidense Georgia Okeefe, finales del siglo XIX.

Abrir mi corazón para que en él anide y de él vuele a todas partes

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picasso-paz

~ Paqe  ~  Frieden  ~  Mír  ~   Freds  ~   Rauhan ~  Paix   ~  Vrede  ~   Beké  ~  Berdamai  ~   Peace ~  Pace  ~  Paz  ~   Pau ~  Baké  ~  Nerane’I  ~   Heiwa  ~  Spokoj  ~   Dohiyi  ~   He ping   ~  Shanti   ~  Udo  ~   Khanaghutyun  ~   Hau   ~  Shalom  ~   Hasiti  ~   Mire  ~   Laven  ~   Pax  ~   Hmetho  ~   Hacana  ~   Salam  ~

Con la esperanza de que algún día la paz encuentre un nido que la acoja y pueda quedarse para siempre entre nosotros.  En este día internacional de la paz… una oración para que cada corazón aporte un suspiro que forme ese nido que la invite a quedarse.

Shanti, Shanti, Shanti

Peregrina


música universal, universo de música

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El silencio absoluto no existe, aún en el rincón más apartado de este mundo, de día, de noche, en invierno o en verano, dormidos o despiertos, siempre existirán sonidos a nuestro alrededor. El oído humano no está preparado para escuchar todas las frecuencias con las que suena el infinito, sin embargo, los sonidos que, por así decirlo, fueron hechos para nosotros los humanos, son tan variados que podríamos pasarnos días enteros pendientes para identificar los ritmos que se generan de ellos.

Todos nacemos bajo la influencia de algún ritmo, desde el latido del corazón de nuestra madre, los sonidos del ambiente en el que ella se desenvolvía y que nos llegaban delicadamente atenuados por el líquido en el que flotábamos… las voces de esa canción de cuna… todo nos va haciendo a su ritmo y nos modela en su cultura, la cultura de la música del universo que nos modela.

En una entrevista que Víctor – M. Amela le hace al músico Néstor Eidler encontré la razón de esta idea que siempre he tenido sobre la música y sus ritmos.

Todo el universo suena, cada uno de nosotros tenemos un sonido, eso que nos hace únicos e irrepetibles. Somos notas de una infinita melodía universal un enjambre de vibraciones creadas por la resonancia del viento solar en la ionosfera de los planetas, lo que Pitágoras llamó la música de las esferas. Sí, cada persona tiene un sonido, un ritmo propio que va marcando a lo largo de su vida, no sólo con los latidos del corazón sino con la fluidez de la vida misma en el el cuerpo, el alma que danza al ritmo de la energía, su propia música. … En la entrevista se lee:«¿En qué parte de mi cuerpo está el alma? Descartes dijo que en la glándula pineal, que hoy sabemos que está conectada con la punta de los pies, con el dedo gordo de los pies: ¡el alma está en el dedo gordo!» & & ¡Claro! ¡Ahora entiendo por qué me encanta la danza!

Nuestra alma está conectada a esas frecuencias y todas nuestras sensaciones y emociones se dan en consecuencia. Somos notas de una melodía infinita, la sinfonía del universo que no deja de tocar nuestros mas variados acordes acomodándolos en la partitura de la creación.

Aquí la entrevista original publicada en La Contra.Las ilustrciones las he tomado del sitio de  Catherina Romanelli

Buscando nuevos acordes, sin desentonar con la melodía que me rodea,
Peregrina.

De la Creación al Juicio Final, todo es magnificente

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Para qué contar una historia que ha sido más que contada, conocida por quienes quieren conocerla y visitada por quienes tienen la fortuna de hacerlo. No tiene caso mencionar que al visitarla, el respiro desaparece ante la magnitud de la belleza que circunda la presencia de quien pisa el lugar.

Cuando se dice Capilla Sixtina un nombre viene a la mente: Miguel Angel . Pocos saben que el artista pintó únicamente la bóveda y el ábside (la parte posterior del altar principal) motivo de controversias y divisiones entre los clérigos de esa época que censuraron la desnudez de la obra. El resto de los afrescos que decoran las paredes son de varios artistas, reconocidos y no tanto: Perugino, Pinturicchio, Botticelli, Piero di Cósimo, Ghirlandaio, Cósimo Rosselli y Rafaello que realizó los tapices que decoraban la parte inferior de las paredes.Este es el exterior del edificio.


Te invito a entrar. . . ¡Sin hacer fila!

Espero que un día puedas visitarla, si no lo has hecho y así lo deseas.

En este otro link, un paseo por el Vaticano y sus secretos conocidos.

Buen domingo,
Peregrina

Lo que refleja el arte, un círculo infinito

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No apreciarás bien el arte hasta que no aprecies mejor lo que refleja.  Por ahí leí esta frase de John Ruskin, un crítico de arte que apreciaba la vida según la perspectiva que se le presentaba a finales del siglo XIX.

El arte nace y se fortalece a partir de la admiración de la realidad que rodea al artista, que en su diario vivir, va teniendo secuencias de exaltación y de desaliento.  El espíritu busca la forma de comunicarse, de tocar y ser tocado a través de los ojos del espectador.

El tiempo va construyendo en los pensamientos, los sueños que pueden o no tornarse en realidades, conforme los paisajes y pasajes de la vida van entrando a través de los sentidos y perforan el alma del artista, dando forma a la necesidad de vacío, como si toda esa información fuera una carga que necesita sacar de sí, entonces el silencio en el que se recibe, explota en un grito de creatividad que regala al mundo la unidad de todos los sentimientos generados por las vivencias.

Las pinturas, los escritos, el arte creado vivirá por siglos, sin embargo, los momentos que generaron cada pensamiento creativo se pierden en la memoria del artista, que plasma el instante a partir, no del instante mismo, sino de su propia sensibilidad.

En una pintura como La Muerte de Ophelia , la belleza del cuerpo inerte que flota entre las flores recién cortadas, encierra más de lo que mis ojos o tus ojos pueden contemplar.  Más allá del agua cristalina que moja los encajes del vestido de la joven, se encierra la tragedia de una novela de Shakespeare inspirada por el drama de personas que probablemente vivieron los instantes sin la belleza de la pureza del rostro que contemplamos gracias a la imaginación de John Everett Millais.

¿Cómo es posible admirar la muerte de una mujer y enamorarse de su belleza? Lograr ver en la expresión inanimada un suspiro que parece un éxtasis.

El arte es la transmisión de la belleza reflejada en el espíritu creador.  El  observador se aleja del mundo y el objeto observado de su materia.  Entonces, el observador pasa a ser observado a través de su obra en la que propone una nueva idea, despierta nuevas sensaciones y se recrea en la imaginación del nuevo observador.  El artista pasa de ser observador a ser observado, de ser creado a creador creativo.

Cada idea que se queda encerrada en nuestros pensamientos, es una obra no nacida.  Cada propuesta que se mantiene en silencio, un puente troncado que no lleva a ninguna parte.  Cada sentimiento reprimido, se convierte en la fuerza que hace que el miedo opresor reine en el laberinto de las pasiones ahogadas.

La creatividad es la manifestación del espíritu, en cualquiera de sus expresiones artísticas.  La belleza que encierra cada obra, deberá ser apreciada con objetividad, tratando de ver más allá de la primera impresión que una simple imagen pueda causar.  La vida es una paleta de sentimientos y sensaciones tan amplia como el arte mismo.

Buscando la belleza en cada punto y coma,
Peregrina.

Una visión interesante de los pintores Prerrafaelistas, Millais y otros.

¿Qué siente mayo, qué siente el calor verde?

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Sentir

Sentir. La tierra que gira porque siente
el espacio estrellado. Y el mar y el mundo
y el minúsculo tallo de la hierba.
Sentir el tiempo cayendo gota a gota,
desesperadamente.

(¿Qué siente mayo, qué siente el calor verde?)
Sentir la lluvia y su tambor de piedra
y la naranja en su planeta solitario
lleno de aromas amarillos.
Sentir más cerca, dentro y fuera del cuerpo,
con lo que queda en él de nuestros padres;
oír sus voces llamándose en la nuestra.
(¿Qué siente la nube en la ventana
cuando los ojos la detienen?)
Sentir. Los astros más y más se redondean
gravitando en sus azules sentimientos.
Sentir, sentir a pesar de la ciudad,
contra los vahos de su anestesia,
con la infancia que aún corre por la sangre,
con la magia del sueño;
apartar de la carne sus viejos bueyes de opio
hasta que se despierten.

Bellísimas las palabras del poeta venezolano Eduardo Montejo. El calor verde de mayo… ¡Qué originalidad para describir algo que generalmente imaginamos del color del fuego! ¿Qué siente mayo? Calor de primavera en plenitud. Calor para sentarse a contemplar y sentir la belleza verde de mayo.

Gracias a Alfredo Algargos por la imagen del pintor William Reynolds «Verano».

Peregrina.

 

La Ópera Imaginaria: Cenicienta

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Para la cuarta de las doce Joyas de la Ópera elegí un cuento de hadas. Stephen Palmer dirige el corto «Cendrillon» musicalizado con el aria «Questo è un nodo avvilippato»

También conocida como La bondad triunfante es la versión para ópera del cuento de Charles Perrault escrito en el siglo XV al que Rossini adapta para el público operístico dejando a un lado todo lo sobrenatural e infantil. Entonces, la historia se desarrolla en la casona del barón Don Magnífico de Monte Fiscone que tiene dos caprichosas y poco agraciadas hijas: Clorinda y Tisbe. Angelina a quien llaman Cenicienta es sirvienta en ese lugar.

Un buen día el propio príncipe decide invitar a sus súbditos a una fiesta para elegir consorte. Disfrazado de su sirviente llega a la casa de Don Magnífico y ve a la bella sirvienta, y el amor salta sobre ambos. Por supuesto, las hijas de Don Magnífico están de acuerdo que un sirviente es alguien aceptable para la pobre Cenicienta.

Cuando Clorinda y Tisbe están en el baile, Don Ramiro, prícipe de Salerno, le hace llegar a Angelina un vestido para asistir al baile. ¡Cuál es la sorpresa de todos al ver que el sirviente es el príncipe y el príncipe el sirviente que baila con la bella Angelina!

Dale pausa al iPod de la derecha para que no interfiera con este video.

Ni calabazas ni ratones…
Peregrina.

Ley de la Divina Proporción

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La divina proporción, también conocida como la proporción áurea o número de oro se estudió desde la antigüedad; su existencia se remonta alrededor del año 3200 a.C. Durante el renacimiento, la proporción áurea se empleó tanto en las artes plásticas como en la arquitectura. El gran Leonardo hizo las ilustraciones para una disertación publicada por Luca Pacioli en 1509 titulada De Divina Proportione. Este libro contiene los dibujos hechos por Da Vinci de los cinco sólidos platónicos. Es probable que fuera el propio Leonardo quien diera por primera vez el nombre de «sectio aurea».


En «El Cristo de San Juan de la Cruz» pintado por Salvador Dalí en 1951 se observa la perspectiva basada en esa antigua ley renacentista. Esta situación unida a la falta de elementos dramáticos que aparecen en la mayoría de las imágenes de la Crucifixión, como la sangre o las heridas, ponen de manifiesto una serenidad de la Ascensión: Cristo proyecta su presencia sobre toda la tierra, partiendo de un paisaje de Port-Lligat, lugar en el que Salvador Dalí compartía su vida con Gala.

Esta particular percepción fue idea original de San Juan de la Cruz. Salvador Dalí estuvo en contacto con la imagen conservada en el Monasterio de la Encarnación de Ávila y de ahí surgió la idea de esta genial obra que pertenece a la época mística-clásica del «divino» Dalí que comenzó en los años 40.

Según la apreciación de Pablo Picasso, «…Dalí es el último pintor renacentista que le queda al mundo».

Comparto la opinión del maestro Picasso,
Peregrina.

La Cappella degli Scrovegni ~ Giotto

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En la ciudad de Padova, al norte de Italia existe una pequeña capilla, en la que se resguarda la obra maestra de la pintura del «Trecento Italiano». La obra que ahí se expone está considerada como el ciclo más completo de afrescos realizados por el maestro toscano Giotto. La luz, el color, la poesía, la íntima emoción presente en su obra se transmite a quien la contempla.

El hombre y Dios. El sentido de la naturaleza y de la historia, el sentido de la humanidad y de fe se mezclan para narrar de manera única e irrepetible la historia de la Virgen y Cristo.

Los afrescos de la capilla fueron terminados por Giotto al inicio del 1306. El ciclo pictórico de la Capilla se desarrolla en tres temas principales: episodios de la vida de Joaquín y Ana, episodios de la vida de María y episodios de la vida y muerte de Jesús. Bajo los afrescos, una serie de recuadros ilustran alegorías de los vicios y las virtudes.

Una joya medieval para contemplar, entre leyendas de pastores del siglo XIV, cuando el Maestro Cimabue descubrió al joven Giotto diseñando con un pedazo de carbón las imágenes de sus ovejas en las piedras del campo mientras las pastoreaba. Desde entonces lo llevó a su taller como aprendiz y ayudante. El aprendiz que en una ocasión dibujó una mosca sobre la nariz de un personaje pintado por Cimabue quien, ante la perfección de la mosca, intentaba espantarla con movimientos de la mano.

Leyendas que sobreviven de boca en boca desde el medievo,
Peregrina.