Il più bel verso che abbia mai sentito in vita mia

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Io canto il tuo nome, parola che mi apre le porte del paradiso,
io non ti perderó mai, lo vogliano gli dei!
Quando mi baci, trottano fuori i cavalli dell’Apocalise,
e se penso al tuo corpo, difficoltoso e vago,
la vertigine mi si porta via, la tua divinità  maschia ascende al cielo
Sei bello! Tu, girasole impazzito di luce,
ogni volta che i tuoi occhi si sollevano si accende il firmamento.
Amici, ecco qui che la Terra, come una madre, allatta la sua creatura più bella.
Oh, amore, ogni cosa ha il colpo del fervore,
dalla  mia gola alle stelle si alza la parola, come una cometa d’oro.
Ti amo! Voglio fare l’amore con te adesso!
Questo, è il più bel verso che abbia mai sentito in vita mia

Como en un sueño, desde un sueño. Con este verso, sencillo, delicado, simpático, comienza la película El Tigre y la Nieve, de Roberto Benigni.   Lo he puesto en italiano porque, por muy cercana que sea la traducción al español, deja escondido en algún lugar de las líneas el sentimiento de las palabras, el eco de la magia de quien las escribió.    Es por eso que me gusta ver las películas en el idioma original, no importa que sea un idioma que no conozca, la cadencia de las palabras transmite la realidad persistente del sentimiento detrás del pensamiento de quien las escribe.

Esta vez no voy a escribir sobre la película sino de la forma en la que las palabras logran captar o alejar la atención del oyente o lector.  Quien se dedica a jugar engarzando palabras para formar imágenes que puedan crear un sentimiento, tiene en su mente no sólo el significado de la frase que construye, sino la idea emocional que quiere provocar con cada frase.

No es necesario vivir en carne propia lo que se escribe, simplemente hay que imaginar la fuerza que cada palabra encierra y unirla siguiendo la cadencia del significado de las demás; entonces la esencia de las palabras toma impulso para envolver al escritor con un manto poderoso:  las palabras le regalan la capacidad de manipular los sentimientos de quien las lee o las escucha.

Como en todo juego, el manejo del lenguaje tiene sus reglas y es entonces que llega la gramática a salvaguardar la belleza del idioma.   No pretendo de ningún modo exhibirme como una estudiosa de la gramática, absolutamente.  Deseo resaltar que hay frases hermosas precisamente porque están bien escritas, aún cuando sean sencillas.  La belleza de los enunciados tiene solidez precisamente en el uso correcto de la gramática.

El esplendor de lo que sucede,  el encanto de los sentimientos o la delicadeza de los silencios se tornan más luminosos cuando las palabras los adornan con la joya de la gramática.

Palabras azules al viento,
Peregrina.

Las personas enamoradas de Dios, nunca envejecen

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¡Hay tantas joyas en el mundo!  Me he visto en la dificultad de decidir qué poner hoy que la Ventana Azul cumple un año.Entre el ir y venir de ideas, como ha pasado con cada uno de los textos que he publicado, la entrada se fue anunciando poco a poco.

Hace unos días escuché una frase que me hizo reflexionar  “En esta vida, la única responsabilidad que tenemos es la de mantenernos vivos”.    Ciertamente, no se refiere a mantenerse respirando y correr de un lado a otro en el vertiginoso ir y venir de nuestros días.Mantenerse vivo es más que despertar en las mañanas y acostarse por las noches.  Es darse cuenta de cómo es esa mañana, de los sentimientos que llenan nuestro ser al primer respiro consciente, al tono de la luz del primer rayo que perciben nuestros ojos.

Durante este primer año de vida, Joyas de la Ventana Azul ha sido un espacio en el que he podido desplegar precisamente ese amor que tengo por la vida, he tenido la dicha de compartir lo que me hace estar viva.   Siempre hay un punto durante el día en el que algún rayo especial se cuela y me jala una sonrisa desde el corazón.

Un fragmento de esa frase me llevó a otra que leí en algún momento de mi vida: “Las personas enamoradas de Dios no envejecen nunca”.  Y siguiendo precisamente el sentido profundo de sus palabras, sin lugar a dudas, Michelangelo Buonarroti supo mantenerse vivo todos los días, a pesar de los momentos tormentosos que vivió, plasmó todo ese enamoramiento que tenía por la Vida, la pasión con la que respiraba quedó plasmada en cada una de sus obras que nos gritan “Vive y no envejezcas nunca”.

El rostro más enamorado de Dios: el de María en La Piedad, un rostro que encierra la contemplación de la vida delante de la muerte, el gozo de vivir en gracia ante el dolor que debió sentir al recibir el cuerpo inerte de su hijo.Hoy engalano mi ventana compartiendo imágenes captadas a través de los ojos de Robert Hupkade una de las obras más bellas que un ser humano haya logrado:   La Piedad, según palabras del fotógrafo:

«Hay tantas cosas en esta Piedad que aún cuando viviera mil años y escribiera mil libros, no podría expresarlo todo. Diciéndolo de otra manera, hay dentro una cosa divina. ¿Como un jovencito de veinticuatro años de edad hubiera podido crear algo semejante sin una intervención del cielo? No se podía concebir. Es justo aquí una gracia peculiar de Dios. Cierto había que Michelangelo fuese un artista, pero el talento sólo no puede explicar la Piedad. – La contemplación de la obra transforma al observador desde adentro. Un espíritu de oración se acoge en uno, el recogimiento, el Hombre es transmutado. Lo espiritual y artístico no han sido nunca tan perfectamente liados. Están inseparables y el hecho que el uno y el otro hayan llegado al mismo nivel de profundidad y de intensidad, y que esta maestría fuese reunida en un solo hombre, eso es lo que hace a Michelangelo como único. La Santa Virgen es notable, todo el amor que el había por ella se refleja en su cara. Mirándola, podemos hacernos una idea de la persona que era Michelangelo no de lo que era la Virgen misma – como se ve la fe que debía tener el personaje para realizar semejante obra. Ninguna palabra podría contar más que esta cara. De facto, esta inefable expresión no se podría traducir en palabras. Nada podría mejor dar a comprender a Michelangelo. Su dimensión sobrepasa aquí incluso a la Capilla Sixtina. La Capilla muestra el tamaño del artista. La Piedad revela el nivel de su fe en su simplicidad. Hay algo de santo en esta estatua… Es un rayo de sol caído del cielo, que nos da una prueba de la belleza que nos espera allá arriba».



Finalmente, les dejo el link de un video de Youtube en donde el propio Roberto Hupka cuenta su experiencia al estar sólo frente a la obra del Maestro Michelangelo Buonarroti.
Clic aquí para ver el video

Gracias por el azul,
Peregrina.

Robert Hupka

Viento

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Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.

¨~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ¨

 

Tengo un enamoramiento especial con Octavio Paz.   Anoche el viento me arrulló y hoy hace que las nubes de mi pensamiento floten dormidas mientras lo escucho tocar música suave que hace danzar a los árboles.

Viento, ¡ah!  Viento que pasa por mis cabellos  acariciando mis ideas, viento que sopla sobre mi piel evocando versos que me han rozado. Viento que lleva besos en los versos atravesando espacios.

Danzo con el azul frío de este viento de enero,
Peregrina.

 

A la sombra de un tequila azul… el rescate

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Rescate

Hasta aquel lugar profundo
al que cuesta llegar aún en sueños,
inalcanzable para otros, como abismo oceánico,
donde pensé estar por siempre solo,
llegaste, sin aviso.

El azul intenso disfrazado de negro
se rasgó de arriba hacia abajo
al paso de tu arribo de claridad.

Penetraste en mis pensamientos
como la brillante espada de algún mito legendario
y la luminosidad de tu estela de sirena
reveló mis colores interiores
y mis mejillas ruborizadas
de solitario en evidencia

Te sumergiste en mí,
Sin más provisión de aire
que un nostálgico suspiro
Y me alcanzaste…

Me alcanzaste para darme en un beso tu aliento vivificante;
para inspirarme a seguir las burbujas ascendentes
en busca de la luz de libertad;
Para hacerme saber que viniste a las profundidades
por la profundidad de tu amor por mí.

Desde ese día, el día de mi rescate,
veo sereno el azul del mar y el rojo de mis mejillas
admiro con nuevos ojos a la vida y a la eternidad misma;
Porque tu luz, que nunca me deja,
enciende de día y de noche el faro que descubrí contigo;
mi guía para quererte en sueños y amarte en vigilias.

En índigo intenso, más añil que nunca
divagando entre nubolosas de agave azul,
Peregrina.

Besos

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Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Para comenzar este 2010, una poesía de Gabriela Mistral.

Un beso azul,
Peregrina.