En 1914 nació mi abuela, un 10 de junio. Vino a pintar el mundo con colores fuertes y contrastantes. Hace ya varios años que mi abuela me dedicó este poema. Hoy, quiero besarla con sus palabras y una margarita, abierta y sencilla como era ella.
Chavala de quince abriles, en que tu cuerpo se yergue cual las espigas de trigo, que están a merced del viento, se agitan con suavidad y nunca ven para el suelo.
Chavala de manos blancas que inquietas pintan sus flores que hicieron con ilusiones para formar ramilletes.
Chavala como las flores; mas tú tienes el perfume que está escondido en tu seno. Es perfume de misterio, es perfume que en tu vida, siempre sea da y no se pierde, siempre se escapa del pecho como don del infinito.
Chavala de los ojos bellos, color de destellos de agua.
Chavala de hermoso pelo, color entre rojo y oro.
Chavala piel de armiño, como pétalos de rosa.
Chavala de boca roja, chiquita y risueña.
Chavala de nombre bello… ¿cómo te llamas? Tú lo sabrás, yo no acierto.
Estás conmigo abuela,
Peregrina.