Puras P de Palabrotas

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Este es un texto que leí en la revista Algarabía hace ya algún tiempo. Me encanta la destreza de Dante Escalante Mendiola para utilizar nuestro maravilloso idioma. ¡No cabe duda que se puede hacer magia con las palabras!


«Para poder parlotear, pedí permiso primero. Pilar pidió presentación; Porfirio publicó primicia primorosamente puntual: pliegos perfectos, papel precioso, ¡portentoso prodigio!
Palabrotas, puras palabrotas. ¿Por qué pronunciar? ¿Por qué propagarlas?… ¿Por presumir? ¿Por ponernos pretenciosos? ¿Para provocar preguntas? ¿Por payasos? ¿Por perros? ¿Para pisotear palabras pobres, proletarias? Parecería pedantería pura, proselitismo purista, pericia perversa. Podríamos parecer parientes pesados, prelados protagónicos, párrocos pueblerinos predicando, políticos primitivos, pretérito presidente priista -¡pobre prójimo!
Precisamente, para prevenir peligros preconcebidos, pongámonos pensativos. Parecerían palabras polvosas, prosopopéyicas, paradigmáticas, palabrería paleolítica, prehistórica, paleontológica. Pero… ¿podemos presentar propuesta? Posiblemente palabrotas puedan pulir personalidad, puestas paradigmáticamente propulsan prosapia, potencian percepción, previenen problemas, predeterminan peligrosos pormenores.
¡Pongamos palabras poderosas, prendidas, precisas, perfectas! ¡Palabras puras, pareciendo palabrotas, pueden pasar por poéticas! ¡Permítanme ponderar palabrotas! ¡Prohibido prohibirlas por pobreza! ¡Propongo promover palabrotas por puro placer! Pero portémonos parejos, ¡Pocos pelos, pero perfectamente peinados!
Pido perdón por popurrí pontifical, por pendejadas, ¡por perpetrar perorata! Paciencia, paciencia. ¡Piedad! ¡Prometo pagar pronto!
Podríamos prolongar pues por perpetuidad, pero proseguiré, parcamente, participando parábola personal particularmente pintoresca; un ejemplo de palabrotas incomprendidas por ignorancia, dignas de un DE BOCA EN BOCA:
Cierto día, mi hermano Américo caminaba por la calle en compañía de un montador de texto -o    paste up-, cuando fueron sorprendidos por un aguacero repentino. Corriendo del chubasco, le gritó al compañero: “¡Vamos a buscar un quicio para guarecernos en lo que amaina!”, a lo que aquél respondió: “¡No entendí ni madres, pero vamos!”

Plácidamente en la playa
Paseando plácidamente por preciosa playa,  Peregrina.

junio 25th 2009 Joyas de todos los días

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