Déjà vu. Me ha pasado varias veces. Casi a todos nos ha pasado por lo menos una vez. Las últimas investigaciones científicas dicen que se trata de un “defecto” de la memoria, que relaciona o asocia situaciones presentes con las ya sucedidas en el pasado… sea lo que sea, cuando se tiene esa sensación de haber visto o vivido lo que se está viviendo pues, sí, en ocasiones causa escalofríos.
Otras veces, lo que nos maravilla es la coincidencia o casualidad: pensar una palabra y escucharla en boca de alguien más justo antes de pronunciarla, o imaginar una escena y leer algo parecido en un libro. No es precisamente el clásico déjà vu pero de la misma forma enfocamos nuestra atención al suceso. No es la novedad lo que le da el toque curioso al suceso que estoy por contar; lo extraño es que quedó plasmado. Anteriormente habían sido sólo pensamientos, sensaciones, tal vez algún comentario vago con la persona que me acompañase en esos momentos, pero nada más.
Curiosamente, hoy vi una película en la que escuché la palabra que no había usado en mucho tiempo y al oírla y ver lo que sucedía en la historia me vino a la mente lo que escribí anoche sobre las ideas y los pensamientos.
Kismet no es una palabra común, no en español, no en el entorno en el que me desenvuelvo. La conocí leyendo un artículo sobre el Corán y desde entonces no son muchas las veces que la he vuelto a escuchar o leer. Probablemente quienes vivan en países de alta influencia musulmana la escucharán con mayor frecuencia pero no es mi caso.
Y sin embargo, la escuché. En medio de una serie de frases ¡clin! sonó en mi mente más fuerte que cualquier otra palabra y sonreí porque, sí, el destino existe.
A este punto me queda sólo recordar una frase de Paul Auster que leí hace algunos meses: “El azar es un medio de recordar que no sé nada, que el mundo en que vivo nunca dejará de escapárseme”
Y bien, sí… atrapo únicamente instantes y por cada instante que vivo con intensidad dejo volar mil. Me maravillo con una palabra y en el fondo de cada frase se pueden esconder un universo de ideas y pensamientos. Y es que cada vez estoy más convencida de que todos somos uno y aunque nos sea difícil reconocer la repercusión de lo sutil, “nadie puede cortar una flor sin perturbar una estrella”
Kismet, todo está planteado, puesto ante nosotros como un lienzo blanco y pinceles con colores listos para ser usados. Me queda la sensación de que todos somos frutos de la casualidad.
¡Carpediem! Peregrina.
julio 13th, 2010 at 3:07
me ha gustado mucho tu página pero sobre todo tu ventana azul