Para bailar sólo hay que abrir las alas.

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I.

Para bailar sólo hay que abrir las alas.

Soy utopía que etérea mueve el viento que me rodea.

Mi esencia femenina brota a través de la danza y al compás de mujeres hermosas, redescubro mi amor por el universo.

Al bailar me transporto a mi interior y me escucho, me quiero.

Sutil, suave…

Surge…

Soleado secreto sensual, sabido, sabio… De siempre…

El mar es intenso, como mi danza, libre y espontáneo.

Me conecto con el movimiento eterno de los elementos: el fuego de la tierra, el susurro del viento, las alas del agua y ¡me siento viva!

Extiendo mi brazo que se continúa con el viento y crece y se vuelve canto.

Hermosa la sensación del aire acariciando mi cuerpo mientras me muevo, mientras danzo, mientras fluyo.

El ritmo se expande por mi cuerpo y libera mi alma, libertad, danza, velo susurro de amor, diversión de niña, libertad de mujer.

Siento el aire por todo mi ser, me siento libre, esa es la danza para mi.

Con cada movimiento descubro a la gran mujer que soy.

velorojo

II.

Danzo con el mar que acaricia mi piel. Soy mujer de arena y viento, niña danzarina que se mira al espejo. La música del alma la lleva al cuerpo y entonces de la melodía y la danza, surge una mujer.

Fluye por tu cuerpo y con ella haces una danza, danza con tu alma y completas tu yo.

La danza es pasión, la danza es amor, la danza es locura, la danza soy yo.

La música entra en mi, me dejo guiar por mis alas en movimiento, espirales de luz, sonrío en contento.

Escucho la música y mi mente baila, el corazón se mueve, se mece, el cuerpo entero vibra y mi alma se adormece, se entrega, se pierde y yo me encuentro.

La danza es la expresión dormida de mi ser, la que hace aparecer lo que pensé que estaba olvidado o que no existía: La sensualidad, la alegría, la femineidad.

Soy mujer: con mi alma contenta, con mi corazón tranquila y con mi mente libre al bailar. Soy mujer, mi yo mujer es parte de mi yo bailarina y las dos se unen con alegría.

Se funden en el goce de la música y celebran la danza, la sensualidad, el amor, la existencia, el ser, el vivir, el sentir, en cada paso, en cada movimiento, en cada estrofa de la melodía.

Ser mujer lo celebro bailando y compartiendo el dar del baile.

Gracias a Dios y a la vida por este regalo.

En la distancia oigo la música tan cálida y armoniosa a su paso, sin embargo, suena tan lejana como el canto del mar, infinito… Escucha… No es la música, de fuera, es la música que emana de mi centro.

Mujer de sangre, mujer de viento, mujer de coraje y mujer de aliento.

Pero cuando saltan los velos, el viento y el fuego danzan perpetuos.

Peregrina, bañada por la luna llena.

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