Peregrinando por mi bendita tierra

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Otras ventanas ante mis ojos.



Colores y vientos que renuevan mi espíritu.

Solsticio de invierno, tiempo para reflexionar.

diciembre 22nd 2011 Joyas de todos los días

Eres todas las horas y ninguna

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Cuando las palabras envuelven nuestros sueños,
entonces nace la magia.  Voy en busca de un poco de color
a tierras en donde el barro es negro y la tinta de la cohinilla, morada.

Piedra de Sol
Octavio Paz

Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,
como el viento cantando en el incendio,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrado por un ágata,
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Orgasmo de chocolate a media mañana

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El estilo propio aumenta con al edad, acabo de leer… Y bien, tal vez sea cierto… Me doy cuenta de que me gusta mi pelo trenzado, los bolsos bordados a mano, los escotes pronunciados y las combinaciones bizarras.

Definitivamente estoy decidida a ser una hermosa anciana de pelo cano y arrugas; me encanta pensar que la gente se gira para ver los colores que endoso y se encuentre con la belleza de mi sonrisa.

Quiero ser excentrica y deliberadamente feliz. Quiero hacer y decir lo que me plazca… Como gozar a media mañana mientras el cálido sol invernal roza mis pies y me pierdo en la voluptuosa sensación de saborear un delicioso pedazo de chocolate con avellanas y miel y decir deliberadamente ¡que me causa un orgasmo exquisito!!!

Peregrina.

diciembre 7th 2011 Joyas de todos los días

No cuento cuántos, solo agradezco cómo

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No se trata de contar cuánto sino de notar cómo. No quiero preocuparme por cuántos, sino pareciar y gozar al máximo cada uno de los cómos.

Creo que fue Pitágoras quien decía que los números son el principio de todas las cosas, las razones matemáticas en que las medidas adquieren sentido y nuestras facultades primarias lo identifican y hacen comprender, teniendo la propiedad de ser los exponentes más elementales y exactos que existen en la práctica. Son principios absolutos en la aritmética, aplicados en la música, magnitudes en estado de reposo en la geometría y magnitudes en movimiento en la astronomía. Un número es una razón, la razón un sonido, el sonido una forma y la forma un movimiento.

Los números no resultan de la abstracción, por el contrario, son circunstancias objetivas a las que les damos cualidades. Pitágoras veía al mundo como un número y en el mundo al alma como polvo de sol… un número infinitesimal del universo. La matemática entonces es lo discreto y lo contínuo, lo absoluto y lo relativo, lo estable y lo móvil, la aritmética, la música, la geometría y la astronomía. Todo parte de un número.

Termino un ciclo y comienzo otro… números que no cuento en secuencia, sino cuento en esencia.

Gracias por la abundancia de cada uno de mis números, cada año de mis años lo tomo ¡seriamente a la ligera!
Peregrina.

Si no lo ves, ¡sí está!

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Un joven recién graduado de la carrera de arquitectura, decidió viajar solo para conocer nuevos mundos, encontrar nuevas formas y ver diferentes expresiones de lo que para él era cotidiano: casas y edificios de una gran ciudad.

Así, llegó a China, específicamente a un mercado de un pueblito entre las montañas en donde se cultivaban naranjas. Al ver el hermoso color y suculento tamaño, usando las palabras básicas que había aprendido de mandarín pidió tres naranjas. Con una gran sonrisa, el vendedor le mostró cuatro dedos de una mano y con la otra señaló la pila de naranjas de su puesto, a lo que el joven volvió a decir, con voz más pausada y haciendo énfasis en la cantidad: «No, no, tres naranjas» El vendedor seguía mostrando cuatro dedos y se disponía a poner las naranjas en una bolsa mientras el joven se desesperaba pues sólo quería tres.

El joven estaba nervioso, su voz sonaba agitada. Haciendo un ademán de «alto» levantó tres dedos de la mano izquierda y con el índice de su mano derecha comenzó a contar los dedos: «uno, dos, tres. Tres naranjas»

El vendedor de naranjas, con voz pausada y suave, tranquilamente levantó cuatro dedos de la mano izquierda y, con el índice de su mano derecha comenzó a contar los espacios entre cada uno de los dedos «uno, dos, tres»

En ese momento el joven arquitecto comprendió que hay más de lo que vemos. Nuestros ojos nos llevan automáticamente a lo que los paradigmas de nuestra sociedad nos han enseñado y perdemos la capacidad de encontrar nuevas opciones, de descubrir nuevos horizontes, de inventar a partir de lo invisible.

Que importante abrir los ojos y notar la belleza de lo invisible que nos dará un empuje para aumentar nuestra creatividad.

Ideas de la Ciudad de las Ideas,
Peregrina.

noviembre 13th 2011 Joyas de todos los días

La vida ¿tiene un propósito?

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Espacio cósmico, universal… Tantas casualidades, causalidades; tantas posibilidades, probabilidades; tantas curiosidades, atrocidades. Millones de eventos que pueden o no sorprendernos, apasionarnos. ¿La vida tiene un propósito? Enfocar nuestra atención en los espacios vacíos, aquello que percibimos como nada, puede darnos nuevas claves o ideas para crear nuevos conceptos que rompan los paradigmas que hasta ahora no nos han dado respuesta.

Creer que lo tenga o no, no cambiará en nada el hecho de despertar todos los días con el corazón latiendo y la sangre fluyendo a la par de los ideas que se desatan en la consciencia del pensamiento despierto.

La vida per-se no tiene propósito. Es el resultado de la evolución que predispone la vida. Un suseguirse de eventos que crean consecuencias y causas. Pero cada una de esas casualidades y consecuencias pueden darle propósito a quien las descubre. El propósito de la vida puede ser creado por cada individuo. ¿Cuán grande es tu capacidad de crear? Así de grande será tu propósito. La creatividad que nace de la pasión que alimente cada respiro, la decisión que se tome al respirar… con pasión o con desilusión.

La evolución puede aceptarse o no. Nada cambia el hecho de que se trata de una fábula que explicar la vida, el proceso de trillones y trillones de estrellas que explotan continuamente, que nacen y mueren en el infinito que no conocemos porque es inmenso y nos perdemos en la poca importancia que puede tener una estrella entre el pedacito de polvo inter galáctico en el que se da por caput una y otra vez … apareciendo y despareciendo la vida, creando virus, protozoas, bacterias, políticos, proto-humanos, vertebrados, invertebrados y ¡ups! seres humanos.

Y puede haber quien piense que somos la máxima creación del universo, que el ser humano es el propósito de la creación. Pero la realidad es que el hombre no sabe ni cómo ni por qué tiene vida y entonces se crea la magia del propósito espiritual.

Hay muchos universos, como burbujas, con muchas leyes aleatorias… Propósitos por todos lados… Pero la única realidad, el único hecho concreto es que todo lo que hay, existe y puede ser palpado es el AHORA… PRESENTE ES EL PROPÓSITO. Las emociones son inherentes a nuestros mecanismos sociales de supervivencia, a la forma en la que decidimos vivir el presente, o el pasado o el futuro y entonces dejar de vivir con propósito porque sólo al estar conscientes del momento presente se puede notar la trascendencia de la vida, darle entonces un propósito.

No soy yo, es el gen egoísta que lo controla todo … Homo evolutis .. Cambia, crea, decide. Inmortalidad… ¿Necesaria? ¿Deseada? ¿Equitativa? La muerte entonces será accidental, no causal… 

Deja de pensar en Dios por un momento y veamos cómo van las cosas… Difícil para quienes no encuentran respuesta ni aceptan posibilidades más allá del milagro espiritual de la creación divina, sin embargo, nada sucede si dejas de pensar en Dios.  Es un hecho verdadero, pues es la forma en la que miles y miles de mentes viven, con o sin propósito, y conviven con quienes no pueden encontrar respuestas más allá de lo divino y religioso.

¿Qué hay después de la vida? Cualquier cosa que pudiera haber -o no- es algo que está fuera de nuestras humanas vidas. Lo que sí es un hecho palpable es que después de la vida, la tuya, la mía, sigue habiendo evolución, mis hijos, tus hijos, los hijos de los otros. Lo que hay después de la vida no es tú ni yo sino los niños. Los niños es lo que hay, hasta donde podemos comprobar, hay después de la vida, la tuya y la mía.

Entonces … ¡Qué responsabilidad trascendental!  Vivir con tanto propósito como la creatividad y la pasión nos pueda dar, para crear un mundo en el que los niños puedan seguir viviendo, encontrando un propósito su propio propósito para hacerlo. La trascendencia es estar viva hoy… Ni pa’trás ni pa’lante… 

Pero siempre quedará un rincón en el cerebro para pensar que «todos son hipócritas, menos yo»

A la luz de La ciudad de las ideas, Peregrina.

Llévame entre los sueños

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¿Por qué tocas mi pecho nuevamente?
Llegas, silenciosa, secreta, armada,
tal los guerreros a una ciudad dormida
quemas mi lengua con tus labios, pulpo,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia sin fin
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una aridez sombría.

El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto
y quedo frente a ti,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.

Verdad abrasadora,
¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma,
mas hace arder
todas las formas
con un secreto fuego indestructible.

Pero insistes, lágrima escarnecida,
y alzas en mí tu imperio desolado.

Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.

 

Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente
y haces proféticos mis ojos.
Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.

Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
tal un ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.

 

La oscura ola
que nos arranca de la primer ceguera,
nace del mismo mar oscuro
en que nace, sombría,
la ola que nos lleva a la tierra:
sus aguas se confunden
y en su tiniebla
quietud y movimiento son lo mismo.


Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.

Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho,
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma,
ni se demora sobre lo que engendra.



Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con tu aceite,
para que al conocerte, me conozca.


«La Poesía» del maestro Octavio Paz, adornada con el arte de Serge Marshennikov, pintor ruso contemporáneo.

 

 

Un domingo de poesía entre sábanas blancas,
Peregrina.

 

Llueve y llueve

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Cielos grises contrastan  con las tumbas adornadas de colores

Llueve y llueve…

Azúcar y sal, velas y copal. Papeles picados que se dejan acariciar por el viento

Llueve y llueve…

Son las lágrimas que las madres dejan caer sobre las tumbas de sus niños muertos


Llueve y llueve…

Dulce encanto que duele, amor que acaricia el vacío y enciende la luz perpetua que
vibra por un beso soplado

Llueve y llueve…

Cuánto amor  mientras tanto recorre los cielos por encima de las nubes

Ánimas que besaron
y ánimas que no nacieron
Peregrina

La Llorona

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Y cuenta la leyenda, en una de sus tantas versiones que . . .

Los cuatros sacerdotes aguardaban espectrantes. Sus ojillos vivaces iban del cielo estrellado en donde señoreaba la gran luna blanca, al espejo argentino del lago de Texcoco, en donde las bandadas de patos silenciosos bajaban en busca de los gordos ajolotes. Después confrontaban el movimiento de las constelaciones estelares para determinar la hora, con sus profundos conocimientos de la astronomía. De pronto estalló el grito. Era un alarido lastimoso, hiriente, sobrecogedor. Un sonido agudo como escapado de la garganta de una mujer en agonía. El grito se fue extendiendo sobre el agua, rebotando contra los montes y enroscándose en las alfardas y en los taludes de los templos, rebotó en el Gran Teocali dedicado al Dios Huitzilopochtli, que comenzara a construir Tizoc en 1481 para terminarlo Ahuizotl en 1502 si las crónicas antiguas han sido bien interpretadas y pareció quedar flotando en el maravilloso palacio del entonces Emperador Moctezuma Xocoyótzin. «¡Es Cihuacoatl!», exclamó el más viejo de los cuatro sacerdotes que aguardaban el portento.

— La Diosa ha salido de las aguas y ha bajado de la montaña para prevenirnos nuevamente –, agregó el otro interrogador de las estrellas y la noche.

Subieron al lugar más alto del templo y pudieron ver hacia el oriente una figura blanca, con el pelo peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cornezuelos, arrastrando o flotando una cauda de tela tan vaporosa que jugueteaba con el fresco de la noche plenilunar.

Cuando se hubo opacado el grito y sus ecos se perdieron a lo lejos, por el rumbo del señorío de Texcocan todo quedó en silencio, sombras ominosas huyeron hacías las aguas hasta que el pavor fue roto por algo que los sacerdotes primero y después Fray Bernandino de Sahagún interpretaron de este modo:

«…Hijos míos, amados hijos del Anáhuac, vuestra destrucción está próxima»

Venía otra sarta de lamentos igualmente dolorosos y conmovedores, para decir, cuando ya se alejaba hacia la colina que cubría las faldas de los montes:

«…¿A dónde iréis? ¿A dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino? Hijos míos, estáis a punto de perderos…»

Al oír estas palabras que más tarde comprobaron los augures, los cuatro sacerdotes estuvieron de acuerdo en que aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a las gentes de la gran Tenochtitlán, era la misma Diosa Cihuacoatl, la deidad protectora de la raza, aquella buena madre que había heredado a los dioses para finalmentente depositar su poder y sabiduría en Tilpotoncátzin en ese tiempo poseedor de su dignidad sacerdotal.

El emperador Moctezuma Xocoyótzin se atuzó el bigote ralo que parecía escurrirle por la comisura de sus labios, se alisó con una mano la barba de pelos escasos y entrecanos y clavó sus ojillos vivaces aunque tímidos, en el viejo códice dibujado sobre la atezada superficie de amatl y que se guardaba en los archivos del imperio tal vez desde los tiempos de Itzcoatl y Tlacaelel.

El emperador Moctezuma, como todos los que no están iniciados en el conocimiento de la hierática escritura, sólo miraba con asombro los códices multicolores, hasta que los sacerdotes, después de hacer una reverencia, le interpretaron lo allí escrito.

—Señor, — le dijeron –, estos viejos anuales nos hablan de que la Diosa Cihuacoatl aparecerá según el sexto pronóstico de los agoreros, para anunciarnos la destrucción de vuestro imperio.

Dicen aquí los sabios más sabios y más antiguos que nosotros, que hombres extraños vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos.

«¿Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre?» Preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad.

«Así lo dicen los sabios y los sacerdotes más sabios y más viejos que nosotros, señor. Por eso la Diosa Cihuacoatl vaga por el Anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto a vuestro Imperio».

Moctezuma guardó silencio y se quedó pensativo, hundido en su gran trono de alabastro y esmeraldas; entonces los cuatro sacerdotes volvieron a doblar los pasmosos códices y se retiraron también en silencio, para ir a depositar de nuevo en los archivos imperiales, aquello que dejaron escrito los más sabios y más viejos.

Por eso desde los tiempos de Chimalpopoca, Itzcoatl, Moctezuma, Ilhuicamina, Axayácatl, Tizoc y Ahuizotl, el fantasmal augur vagaba por entre los lagos y templos del Anáhuac, pregonando lo que iba a ocurrir a la entonces raza poderosa y avasalladora.

Al llegar los españoles e iniciada la conquista, según cuentan los cronistas de la época, una mujer igualmente vestida de blanco y con las negras crines de su pelo tremolando al viento de la noche, aparecía por el Sudoeste de la Capital de la Nueva España y tomando rumbo hacia el Oriente, cruzaba calles y plazuelas como al impulso del viento, deteniéndose ante las cruces, templos y cementerios y las imágenes iluminadas por lámparas votivas en pétreas hornacinas, para lanzar ese grito lastimero que hería el alma.

«¡Aaaaaaaay mis hijos! ¡Aaaaaaay, aaaaaaay! El lamento se repetía tantas veces como horas tenía la noche la madrugada en que la dama de vestiduras vaporosas jugueteando al viento, se detenía en la Plaza Mayor y mirando hacia la Catedral musitaba una larga y doliente oración, para volver a levantarse, lanzar de nuevo su lamento y desaparecer sobre el lago, que entonces llegaba hasta las goteras de la Ciudad y cerca de la traza.

Jamás hubo valiente que osara interrogarla. Todos convinieron en que se trataba de un fantasma errabundo que penaba por un desdichado amor, bifurcando en mil historias los motivos de esta aparición que se transplantó a la época colonial.

Los románticos dijeron que era una pobre mujer engañada, otros que una amante abandonada con hijos, hubo que bordaron la consabida trama de un noble que engaña y que abandona a una hermosa mujer sin linaje.

Lo cierto es que desde entonces se le bautizó como «La llorona», debido al desgarrador lamento que lanzaba por las calles de la Capital de Nueva España y que por muchos lustros constituyó el más grande temor callejero, pues toda la gente evitaba salir de su casa y menos recorrer las penumbrosas callejas coloniales cuando ya se había dado el toque de queda.

Muchos timoratos se quedaron locos y jamás olvidaron la horrible visión de «La llorona» hombres y mujeres «se iban de las aguas» y cientos y cientos enfermaron de espanto.

Poco a poco y al paso de los años, la leyenda de La Llorona, rebautizada con otros nombres, según la región en donde se aseguraba que era vista, fue tomando otras nacionalidades y su presencia se detectó en el Sur de nuestra insólita América en donde se asegura que todavía aparece fantasmal, enfundada en su traje vaporoso, lanzando al aire su terrorífico alarido, vadeando ríos, cruzando arroyos, subiendo colinas y vagando por cimas y montañas.

Y cuenta la leyenda que el gemido nunca terminará … ¡Ayyyyy! ¡AAAAAyyyyyy!!!

Peregrinando, días nublados y húmedos de otoño, en vísperas de días de muertos
Peregrina.

Relato Leyendas Mexicanas.  Fotografías Brooke Shaden

Lacrimosa

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39 años vivo en mi corazón, intermitente en mis borrosos recuerdos y ausente ante mis ojos. Recuerdo las veces que tomaste mi mano al caminar y contemplaste mi cabello atado con una cinta azul. 

Lacrimosa dies illa
qua resurget et favilla
iudicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.
Pe Iesu, Domine,
dona eis requiem. Amen.

Día de lágrimas aquél
en que resurja del polvo
para ser juzgado el hombre reo.
Perdónale pues, Dios, piadoso Jesús, Señor,
dales el descanso. Amén.

Lacrimosa es una pieza musical dentro de La Misa de Réquiem en Re Menor, K. 626s de Wolfgang Amadeus Mozart basada en los textos latinos para el acto litúrgico católico ofrecido en las defunciones, se trata de la decimonovena y última misa escrita por Mozart. Mozart murió antes de terminarla, en 1791.

A la memoria de mi padre,
Peregrina.