Y el ganador es…

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Las palabras mágicas que todo artista cinematográfico, desea escuchar en algún momento de su vida… ¡seguidas de su nombre! Caminar por la alfombra roja luciendo un diseño exclusivo, ser el centro de atracción de cuanta cámara pueda existir, saber que sus nombres serán recordados no sólo por quienes son en realidad –la persona-, sino por quienes han pretendido ser –el personaje- todos y cada uno de los participantes en las cintas esperan obtener el premio por el esfuerzo realizado. La vida hecha ilusión, eso es el cine. Una gran fábrica de historias que se nutre de emociones, de sentimientos; utilizar la necesidad del ser humano de vivir el drama ajeno y hacerlo propio en la intimidad que crea la oscuridad de la sala.

La industria del cine es una gran máquina que produce sueños calculados, que conoce el punto vulnerable del público en cada estación del año, en cada etapa de la vida.  Los productores de cintas tienen la suspicacia para saber qué guionista, cuál director, podrán tocar las fibras más sensibles del auditorio para levantar olas de emociones y transformarlas en ganancias; porque, si bien es cierto que el Oscar no siempre está relacionado con las películas más taquilleras, sí es un trampolín para que futuras producciones, con el nombre de un ganador de Oscar en la lista de sus créditos, puedan tener mejores ventas.

Así que una vez más, como sucede año tras año desde hace 83 años, estamos a punto de vivir el glamor que encierra la caminata sobre la alfombra roja para premiar a lo mejor del ciclo cinematográfico.La entrega del Oscar es entonces un resumen de emociones. El momento en que los creadores del drama, los productores de ilusiones, los generadores de sensaciones vivirán en carne propia y por partida doble –nominación y premiación-, las emociones que provocaron en las salas donde fueron proyectadas sus creaciones. Sentirán vibrar sus corazones al ritmo de la música que enmarcó su película, las mariposas en el estómago les harán sentarse hasta el fondo de su butaca en el Teatro Kodak, rogando a todos los astros porque su nombre sea el anunciado a través de los micrófonos. Padecerán taquicardia al escucharlo (o una fría sensación si resulta ser proclamado alguno de sus competidores) y finalmente vendrá el nudo en la garganta que los privará de la voz justo cuando sea su turno de expresar lo que sus corazones quieren gritar.

Millones de dólares invertidos en sueños, millones de dólares pagados a cambio de vivir emociones efímeras, sentimientos que para la mayoría de los espectadores durarán por el tiempo que las luces permanezcan apagadas, sensaciones que despertarán tal vez, en algunos, reflexiones que producirán crónicas, artículos de revistas, entradas de blogs, buenas razones para armar conversaciones interesantes que muy probablemente provocarán la compra de esa cinta apenas sea posible adquirirla. Pero esa es la segunda parte del gran negocio de la industria del cine que vive su final feliz cuando las taquillas lo respaldan.

Y el ganador es… (visita la página oficial y mira la lista de nominados)
Peregrina.

Aromas y sueños, dulces sueños

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Hace unos días escribí el siguiente mensaje: “Valeriana y manzanilla en dosis pequeñas, lo suficiente para mantenerme tranquila, canela y vainilla en cantidad abundante para mantenerme alerta”. Pasaba por una situación estresante y eso fue lo que se me ocurrió tomar y frotarme en el cuerpo, así, por instinto. Y es que los aromas han sido, desde siempre, esenciales en mi vida. El aroma de los lirios blancos o de los nardos, por ejemplo, se han quedado impresos en mi memoria desde hace tantos, tantos años, de manera tan profunda, que puedo sentirlos sin olerlos y al hacerlo, imágenes de mi infancia se hacen presentes mágicamente, como si fueran una película que pasa por la parte de atrás de mis ojos.

Es por demás sabido que la memoria olfativa es en extremo poderosa. Pero no me interesa ir a fundamentos científicos, sino expresar que, de alguna forma, los olores me transportan a momentos precisos de mi pasado; en el aroma recordado se conjugan sensaciones, sentimientos, sonidos y percepciones físicas muy puntuales, es muy emotivo darme cuenta como un solo aroma logra despertar todas esas facetas de mi memoria. Pero no es esa, por supuesto, la razón por la que amo las esencias y fragancias en aceites o tisanas, sino por la delicada sensación que me dan en el momento en que las hago penetrar en mí ser.
Qué sensación tan exquisita percibir el delicado aroma del jazmín en el vapor de una taza de té, o dejar que la espuma del gel de baño me regale los picantes toques del eucalipto y lavanda para empezar un día de fin de semana, o dejar que mis manos acaricien suave y lentamente mi cuerpo sintiendo la cadenciosa fragancia que deja el dorado aceite de argán.

Melisa o ciprés en el agua tibia para poder liberarse de tensiones y abandonarse a un sueño puro y reparador; lavanda y sándalo frotados en el cuerpo para alegrar el espíritu y dejarlo volar hacia sueños frescos y vaporosos; jengibre y nuez moscada con un toque de canela vaporizados en la habitación para relajar la mente y encaminarla en la lectura de una historia que se hará realidad al cerrar los ojos y sentir la calidez de los aromas.

Respirar profundamente sintiendo como los aromas entran y se enraízan en las entrañas, exhalar abandonando el cuerpo a la muerte del segundo que falta el aire, volver a inhalar y dejar que el aroma llene ese vacío que dejó la ausencia de pensamientos, porque ahora la mente está totalmente concentrada en la invasión del respiro en el cuerpo e inhalar por segunda vez hasta que el abdomen toque la columna y no haya espacio entre ellas, dejar la vida para volver a llenarse de ella, esta vez total e incondicionalmente, abandonándose al vacío encantador que han dejado las tensiones desaparecidas… lentamente el sueño abraza, en su acogedora obscuridad luminosidad… un nuevo mundo se abre a la percepción…

Ya me voy a dormir, el aroma del Shiraz me acompaña esta vez y me envuelve el enebro para alejar los dolorcillos que una noche de danza me han dejado en las caderas.

Inhalar… exhalar,
Peregrina.

Ama y no preguntes demasiado

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Sólo ¡ama!

Me he encontrado este clip que habla del amor. El amor libre y soberano que no pide nada para seguir existiendo, que salva porque existe y existe porque no espera. Porque si se le atrapa, se esfuma y desaparece, si se le deja libre se expande y extiende y expresa en excesos extremos.

Amar sin preguntar, correr riesgos para poder recibir lo que no esperamos, porque solo lo que no esperamos es lo que va a llegar.

El amor tiene su propia voz y habla por sí mismo, sin embargo… hay veces que nuestros oídos no lo escuchan

Amante muy amada,
Peregrina.

Rosa mosqueta y manos de angel

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Esta mañana mi piel fue delicadamente consentida por las manos de un ángel; una joven esteticista de la línea Natura Bissè.
Ya la línea en sí es realmente maravillosa, pero aplicada por una profesional, rodea de una atmósfera tan agradable como la salita en la que me acogieron con tanta atención.
Fue realmente un regalo de la Vida en una mañana tan lluviosa y gris como la de hoy.

Manos de seda que aplicaron en mi piel diamantes y extracto de rosa mosqueta entre aromas de hierbas que armonizaron mis sentidos, así de mágico fue el momento. Gracias por el regalo, me siento hermosa y radiante.

La rosa mosqueta es pequeñita, con pocos pétalos y aroma muy delicado, es, entre las rosas, la menos agraciada a la vista; sin embargo, sus bondades son ¡infinitas! Su alto contenido de Vitamina A, E, C y B1 y B2, le da excepcionales propiedades regeneradoras, cicatrizantes y antioxidantes. El aceite de esta línea es de textura es ligera y de rápida absorción.

Amo la rosa mosqueta, pero ¡eso no significa que deje de usar la lavanda!
Peregrina.

febrero 12th 2011 Joyas de todos los días

Pretencioso

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Curiosidad, necesidad, suspicacia, todo nos lleva hacia afuera, dar, recibir, proponer, dudar, aceptar… amar. Hacia afuera, la vida interior se vive hacia afuera y es de ahí que se nutre el pensamiento que se interna. Vida interior vivida a partir del exterior y luego de estar un poco en el diálogo silencioso consigo mismo, de vuelta al exterior. Meditación y contemplación. Espacios de oración. La vida interior no se alimenta de vida interior así como tampoco la meditación o la contemplación se enfocan en sí mismas.

Concuerdo con la idea de que la introspección es un aburrimiento, si se la entiende como un escucharse a sí mismo, y no a las voces de otras personas (vivas o muertas); sin embargo, la introspección no es un aburrimiento cuando se convierte en oración; pues entonces está orientada hacia fuera, al vigor; se alza un arco entre la debilidad y la fuerza.

A la luz de la belleza ajena, viviendo adentro y afuera, afuera y adentro, en una constante danza al ritmo de lo que el Cosmos me regala.

Peregrina

Adam Zagajewski, En la belleza ajena.

Malditas, benditas, ajenas o propias

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Óscar de la Borbolla las maldice y entreteje cinco cuentos que cantan al son de cada una de ellas a la vez. Magistralmente se las ingenia para revolcar el cerebro del lector que trata de comprender las frases que cobran sentido en el sinsentido que a primera vista se percibe. Cinco historias que desgarran y apuntan el lado más obscuro de cada vocal (En realidad, a mi gusto, sólo tres de las cinco vocales logran armar historias contundentes, con sentido).

Vocales malditas, benditas vocales que nos ayudan a musicalizar las palabras, a acentuar los sentimientos, a expresar las emociones.

Personas vocales y personas consonantes. Vocales son aquellas que gustan de hablar, de reírse -y al reír, echan la cabeza hacia atrás con energía-, aquellas que nacieron para la expresión.
Las personas consonantes callan generalmente, en sociedad pasan por aburridas, se duermen en el tren. Mas sin ellos no existiría la humanidad; las lenguas se las arreglan mejor sin vocales que sin el tieso y pesado brocado de las consonantes. Una definición poco común salida de En la belleza ajena, de Adam Zagajewski.

Quien quiere comprender pero renuncia a la expresión, nada podrá comprender. Quien quiere expresar pero no busca la comprensión, nada podrá expresar. Entrar al infinito de esta frase de Zagajewski es como estar deslizándose en una cinta de Möbius…

Hay veces que soy tan maldita como la más maldita de las vocales al estilo de De la Borbolla, pero por lo general creo que soy parte de la belleza ajena, esa que sin mi belleza no sería tan bella.

A final de cuentas, la vida es como una cinta de Möbius y todos nos deslizamos de un lado a otro y terminamos en el mismo lugar, ¡solo que de cabeza!

Peregrina.

Nada es simple,

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ni el más pequeño de los reflejos de la expresión que aflora en la obscuridad de las ideas, cuando la mente está obnubilada y trata de explicar, con más entusiasmo que precisión, lo que siente en el momento en que le falta sentido al cuerpo, que sin sentidos, percibe a una nueva luz lo que ya ha conocido por años.

Sin sumergirme del todo en la complejidad de la idea que me escapó al ver esta fotografía,
Peregrina

Imagen de Caroline Halley

Entre el blanco y el negro: la aceptación

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De la primera persona a la única persona.

Siempre en el intento de ser mejore para los demás, tratando de ser aceptada sin que la aceptación venga desde el propio ser, desde mi yo más profundo.

En la búsqueda de la perfección en muchas ocasiones nos perdemos de ver lo que se ha logrado, los puntos positivos con los que se delimitan cada uno de los días que engarzan la historia, las alegrías que cada acierto pudiera producir, todas esas emociones son empañadas por los pequeños tropiezos que se esconden cobardemente tras las lágrimas. Lamentaciones que no permiten gozar de la imperfección, tal y como es. Aceptación propia: el secreto para poder ser natural, vivir con sinceridad, con la coherencia armoniosa que une a la mente con el corazón. Fluir a través de las circunstancias.

¿Por qué es tan difícil comprender que ya soy perfecta, por el simple hecho de existir? La mayoría de los peores errores, los verdaderos, reside en ese insignificante momento en el que falta el amor propio.«The Black Swan» con Natalie Portman. Al compás de la perfección de la música de Tchaikovski se me hizo presente mi propia imperfección… Sí, todos llevamos al cisne blanco y al cisne negro, están ahí, presentes en cada uno de nuestros pensamientos, en cada movimiento. A veces sobresale el blanco, a veces reina el negro otras veces uno de los dos oprime al contrario y lo hace parecer inexistente; sin embargo, ninguno es mejor, ninguno es perfecto y no pueden existir separados.Voy a disfrutar desde lo más blanco y puro, y hasta lo más profundo y negro de mis pensamientos. Propósito para 2011

Peregrina

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ideas revoloteando

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Las palabras son la configuración acústica de las ideas, esas que son claras y precisas, las alegres y cándidas que componen sinfonías emulando sonrisas… O las furiosas y desalentadoras que no pueden seguir esperando para ser gritadas y arrasar con cualquier aliento esperanzador que las pudiera detener… Las desinteresadas, verdaderas o falsas, inteligentes o mansas… palabras y más palabras que se pronuncian en lenguas tan distintas, por todas partes… sonidos que se repiten y retoman vuelos con melodías cambiadas, o no se escuchan y siguen volando disparatadas, o bien se comprenden y se guardan en cajitas que la mente captura en miniatura, o se entierran porque hieren.

Hay otras ideas que, de tanto ser cantadas, cansan, empalagan o fastidian y la mente voltea hacia otra fuente de donde borboten ideas frescas, palabras nuevas.

Pero no todas las ideas cantan canciones audibles. Hay ideas que se vuelven letras, salen en silencio y viajan en aviones de papel invisible, entre redes que las atrapan sin quedárselas, como mariposas que se escapan y vuelan silenciosas. Ideas que no hacen ruido y llegan como susurro, no a oídos, sino a ojos distraídos que las miran sin ver y las toman o las dejan ir… Ideas que comunican silencios ruidosos o pasan códigos de secretos que desean ser absueltos y liberados.

Amo las ideas que nunca escapan, esas se quedan para recrearse con la mente que las crea y hacen amores e inventan más ideas…

¿Cuántas ideas por cada palabra? ¿Cuántas palabras para una idea?
Peregrina

Imagen: Brooke Shaden

Exhalar es morir, morimos a cada respiro

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Estaba a punto, sus palabras me sonaban cada vez más fuertes, me daban empujones que ponían a trabajar mi cerebro con recuerdos enjaulados que estaban a punto de convertirse en flechas mojadas con el veneno que me ahogaba la garganta. Una inhalación profunda y escuché el aire que me invadía y el veneno se hizo ligero para dejarlo pasar, exhalé silenciosamente, como para esconderme detrás de el aliento que salía de mi cuerpo, se me fue la vida, me quedé muerta en un instante, vacía, sin aire pero también sin veneno, salió en un instante y volví a recargarme, en silencio, profundamente. Sus palabras seguían surgiendo de su boca pero no me tocaban. Pasé a ser simple observadora y mi respuesta final me sorprendió enormemente.

Respirar profundamente, constantemente, respetando el ritmo, siendo consciente de cada inhalación y cada exhalación nos mantiene en un estado alerta de observación interior, perspicacia y suspicacia para actuar con certeza.

La respiración, cuando es observada se vuelve silenciosa y rítmica, un acto que pasa desapercibido para la mayoría de las personas es la herramienta secreta de los seres iluminados. Lograr enfocar la energía de cada respiración en la consciencia del momento presente. Al enfocar la consciencia al momento presente, se libera la mente de pensamientos que generan tensión y caos interior.

No se trata de estar en estado de meditación contemplativa constante, sino el la liberación de la respiración consciente que nos ayuda a observar sin razonar. Sentir sin involucrar las emociones.

Ser consciente de la respiración es ser consciente de al vida que se alimenta de la energía que respiramos y nos transforma pero también nos hace conscientes de la muerte que tocamos en cada exhalación, cuando nuestros pulmones se liberan del oxígeno vital.

Inhalar y exhalar. Vivir y morir. Constante secreto que nos mantiene aquí, ahora. Podemos ser conscientes de cada segundo de nuestra vida, o dejarla pasar y perderla en cada exhalación sin saber si esta próxima será la última.

Inhalar para vivir, consciente de cada exhalación en la que muero,
Peregrina.