Día y noche, alba y crepúsculo, medio día, media noche … el tiempo pasa y nuestras actividades nos mantienen en constante movimiento y distracción, dejamos de percibir lo que fue creado para el gozo de nuestros sentidos. Nos encerramos en el cuerpo cansado que no recibe ni se manifiesta.
Hay instantes en los que nuestro espíritu está deseoso de volar. Deseoso de despegarse del suelo encuentra el impulso y se desdobla queriendo escapar del cuerpo que lo encierra y limita. Llega el momento en que la sed es tanta, que inconscientemente comenzamos a buscar momentos de oración, de meditación. Se empieza a saborear la dulzura del silencio, y el resplandecer de la obscuridad que envuelve a la vista cuando los párpados se desvanecen sobre los ojos. Es entonces cuando nuestro cuerpo desaparece dejando los sentidos expuestos a recibir lo novedoso de la experiencia, en un sopor que le permite al espíritu abrir la puerta y salir… salir hacia adentro y encontrar en un profundo infinito, las respuestas a preguntas que no se recordaban, se ven colores que brillan con matices diferentes y se sienten olores que evocan momentos por vivir, se logran percibir imágenes que capturan en sombras invisibles, sensaciones que el cuerpo percibe como sobrenaturales … y, es que, nuestro alma conoce lugares y tiempos tan remotos, que no podemos imaginar con la mente del cuerpo, ¡los tenemos que intuir con el espíritu!
Pero otras veces, el cuerpo está deseoso de participar en ese encuentro y busca la manera de expandirse, de volar hacia afuera, de manifestar la energía que siente que explota por dentro. Toda la maravillosa experiencia que el espíritu ha vivido en el interior aflora en momentos de creatividad. Son explosiones de invención, de virtuosismo, de perfección y refinamiento de los sentidos, es por eso que el arte es el lenguaje del espíritu y es apreciado de diferentes maneras por quien lo observa, lo escucha, lo paladea. El arte es un grito del espíritu del que crea al espíritu de quien recibe y la comunión se da en la apreciación, sin criticar, sin tratar de entender, solamente recibiendo, abriéndose a esa manifestación que habla en silencio par los oídos externos pero que le grita a los oídos del alma.
Podemos ser artistas de mil maneras, todos tenemos la capacidad de crear porque todos tenemos un espíritu que busca expandirse para poder comunicarse con los demás. Manifestarse de mil maneras.
Siento que lo importante no es la forma que elijamos para manifestar nuestro espíritu sino que realmente nos conectemos con la consciencia que rige los pensamientos que producen ese arte. No es la búsqueda de la vanagloria ni la aceptación de los demás, simplemente satisfacer el deseo de dejar volar nuestro espíritu mientras el cuerpo participa en el vuelo.
Buscando reflejos azules en mi interior, Peregrina como siempre.
Floria.