Estas son unas fotos que tomé en una librería de Polanco, en la Ciudad de México.  Me conquistó desde que vi su fachada.   Al entrar, el ambiente de sobriedad que combina la arquitectura moderna en el espacio de una casa antigua me envolvió con su magia. Comenzando por su nombre… cafebrería … al estar ahí pareciera que precisamente, la energía que se comparte, como un péndulo, va y viene marcando el ritmo de la respiración que se funde con el pasar de las líneas en las que danzan palabras escritas en tiempos en el destiempo.

Tal cual, el tiempo se detuvo y mis manos tomaron libros que pude probar leyendo al azar algunos de sus párrafos.   ¡Qué afortunados quienes tienen espacios como este al alcance de la mano!   Es una de las pocas ventajas que encuentro de vivir en una gran ciudad… (ventaja de la que puedo prescindir y gustosa la cambio por la tranquilidad que encuentro en el lugar donde vivo).

La cultura se funde con la elegancia y el sabor del café aromático que perfuma el entorno mientras la mente viaja sin tiempo ni espacio entre los miles y miles de páginas que hay por devorar.

Ya dedicaré espacio para cada uno de los libros que compré, mientras los leo o bien cuando haya terminado. Voy a comenzar la aventura literaria leyendo “En la belleza ajena” de «Adam Zagajewski un libro en el que intuí que su poesía va a adornar la prosa de sus páginas y me llevará a esos espacios lejanos en donde mi mente puede reflexionar sobre lo que me ocurre en estos espacios en los que se desenvuelve mi cuerpo.

Perdida entre páginas,
Peregrina.

El Péndulo Polanco, entre las 10 librerías más bellas del mundo.