Espacio cósmico, universal… Tantas casualidades, causalidades; tantas posibilidades, probabilidades; tantas curiosidades, atrocidades. Millones de eventos que pueden o no sorprendernos, apasionarnos. ¿La vida tiene un propósito? Enfocar nuestra atención en los espacios vacíos, aquello que percibimos como nada, puede darnos nuevas claves o ideas para crear nuevos conceptos que rompan los paradigmas que hasta ahora no nos han dado respuesta.
Creer que lo tenga o no, no cambiará en nada el hecho de despertar todos los días con el corazón latiendo y la sangre fluyendo a la par de los ideas que se desatan en la consciencia del pensamiento despierto.
La vida per-se no tiene propósito. Es el resultado de la evolución que predispone la vida. Un suseguirse de eventos que crean consecuencias y causas. Pero cada una de esas casualidades y consecuencias pueden darle propósito a quien las descubre. El propósito de la vida puede ser creado por cada individuo. ¿Cuán grande es tu capacidad de crear? Así de grande será tu propósito. La creatividad que nace de la pasión que alimente cada respiro, la decisión que se tome al respirar… con pasión o con desilusión.
La evolución puede aceptarse o no. Nada cambia el hecho de que se trata de una fábula que explicar la vida, el proceso de trillones y trillones de estrellas que explotan continuamente, que nacen y mueren en el infinito que no conocemos porque es inmenso y nos perdemos en la poca importancia que puede tener una estrella entre el pedacito de polvo inter galáctico en el que se da por caput una y otra vez … apareciendo y despareciendo la vida, creando virus, protozoas, bacterias, políticos, proto-humanos, vertebrados, invertebrados y ¡ups! seres humanos.
Y puede haber quien piense que somos la máxima creación del universo, que el ser humano es el propósito de la creación. Pero la realidad es que el hombre no sabe ni cómo ni por qué tiene vida y entonces se crea la magia del propósito espiritual.
Hay muchos universos, como burbujas, con muchas leyes aleatorias… Propósitos por todos lados… Pero la única realidad, el único hecho concreto es que todo lo que hay, existe y puede ser palpado es el AHORA… PRESENTE ES EL PROPÓSITO. Las emociones son inherentes a nuestros mecanismos sociales de supervivencia, a la forma en la que decidimos vivir el presente, o el pasado o el futuro y entonces dejar de vivir con propósito porque sólo al estar conscientes del momento presente se puede notar la trascendencia de la vida, darle entonces un propósito.
No soy yo, es el gen egoísta que lo controla todo … Homo evolutis .. Cambia, crea, decide. Inmortalidad… ¿Necesaria? ¿Deseada? ¿Equitativa? La muerte entonces será accidental, no causal…
Deja de pensar en Dios por un momento y veamos cómo van las cosas… Difícil para quienes no encuentran respuesta ni aceptan posibilidades más allá del milagro espiritual de la creación divina, sin embargo, nada sucede si dejas de pensar en Dios. Es un hecho verdadero, pues es la forma en la que miles y miles de mentes viven, con o sin propósito, y conviven con quienes no pueden encontrar respuestas más allá de lo divino y religioso.
¿Qué hay después de la vida? Cualquier cosa que pudiera haber -o no- es algo que está fuera de nuestras humanas vidas. Lo que sí es un hecho palpable es que después de la vida, la tuya, la mía, sigue habiendo evolución, mis hijos, tus hijos, los hijos de los otros. Lo que hay después de la vida no es tú ni yo sino los niños. Los niños es lo que hay, hasta donde podemos comprobar, hay después de la vida, la tuya y la mía.
Entonces … ¡Qué responsabilidad trascendental! Vivir con tanto propósito como la creatividad y la pasión nos pueda dar, para crear un mundo en el que los niños puedan seguir viviendo, encontrando un propósito su propio propósito para hacerlo. La trascendencia es estar viva hoy… Ni pa’trás ni pa’lante…
Pero siempre quedará un rincón en el cerebro para pensar que «todos son hipócritas, menos yo»
A la luz de La ciudad de las ideas, Peregrina.