Hay momentos en los que el silencio habla susurrando dentro de mi pensamiento, se deja escuchar mágico y etéreo. Son instantes en los que una música interior pone a bailar cada célula de mi cuerpo mientras sigo un ritmo que es sólo mío, un canto que escucho suavemente cantando sólo para mí, silenciosamente intensa invadiéndome desde mi centro. Canto sin emitir palara y siento como mi espíritu sigue el compás del fluir de mi sangre . Me siento viva y al mismo tiempo inexistente. Los contrastes del Universo se hacen presentes en mi ser y entonces noto la pesadez de mi cuerpo que no combate con la ligereza de mis alas, vuelo hacia el infinito, más allá de la neblina en el horizonte.
Bañada por luz de luna,
Peregrina.
julio 10th, 2009 at 13:23
Necesitamos sin duda del silencio, para poder escuchar a nuestro corazón. Así que es bonito que nos marques el camino, para buscar esos momentos de paz, que todos necesitamos. En nuestro interior están siempre todas las respuestas. Un beso muy fuerte y que no cese nunca tu peregrinaje. Hasta pronto.
julio 10th, 2009 at 19:00
Ramón, tus palabras, la forma en la que engarzas cada párrafo, me dicen que eres un hombre de alas muy anchas y viajes profundos. ¡Qué gusto compartir los vuelos!