Magia de Primavera

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Contemplar la Luna llena es una experiencia mágica, pero este mes, su intenso resplandor en perigéo me maravilló hasta hacerme sentir escalofríos. El viento constante mantenía a las nubes en danza continua, una danza que ha marcado el ritmo de este mes. Selene estuvo cerquita de Gea; tan cerquita, que era posible mirar sus detalles sin un telescopio, apenas 356.577 kilómetros de nuestros ojos, ¡casi nada si pensamos en los años luz que nos separan de otros astros! Su brillo embelleció las noches tibias que abrazaron la llegada de la Magia de Primavera.

Una primavera que espació bendiciones liberadoras del alma. Se cumplió un ciclo irregular de floración de las ceibas que cada 10 años aproximadamente dan un fruto que madura y el viento se encarga de esparcir por doquier.  Algodones que vuelan sin rumbo, posándose suavemente sobre las rocas, sobre los prados, sobre la tierra, las semillas caerán después cuando ya los algodones se desprendan completamente, están ahí, en el árbol, esperando el momento de poder germinar, encerrando la esperanza de convertirse en frondosos y enormes árboles sagrados.

Hay leyendas, tradiciones, historias que pasan volando como los algodoncillos de la ceiba y se posan sobre la imaginación de quien los escucha. Pero también hay historias que no se cuentan, historias que se guardan y esperan su momento para ser contadas, o enterradas en el recuerdo de una mente sola.

La Primavera trae siempre frescura de colores y deseos de renovación. Esta primavera ha sido intensa pero silenciosa, como los algodoncillos al caer… son tantos y tan silenciosos…

Estoy sumergida en la lectura de una de esas historias que debieran quedarse en el silencio de la memoria…
Peregrina.

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