Sentir la energía del sol en su plenitud la tarde del equinoccio de primavera es eso, magia pura. Misterioso contraste que desciende mientras el sol se va despidiendo de la Tierra y se manifiesta en su totalidad en el momento preciso en el que el equinoccio es un hecho.
¿Cómo lo hicieron? ¿A quién se le ocurrió? Los antropólogos podrán explicar la historia a partir de las conclusiones de sus estudios, investigan y sacan conjeturas. Lo que es cierto es que la magia que encierran todas las tradiciones mayas parten de una observación precisa y constante del medio que rodeaba a los pueblos prehispánicos, de los astros que los alumbraban y marcaban sus ciclos, de la naturaleza misma de la que dependían totalmente y a la que adoraban con gran respeto en unidad total y absoluta.
Presenciar el equinoccio justo frente a la Gan Pirámide de Chichen Itzá, sin que nadie me impidiera fotografiar con gran admiración la precisión con la que la Kukulkan descendió magnifico y luminoso el 20 de marzo, enmarcado por la sombra que le daba forma, ¡fue magia pura! Estallido de alegría y gozo en plenitud. Realmente me sentí una con el Universo.
Después, cuando el sol pintaba de rosado las piedras, el cielo estaba completamente limpio, sin una nube y de un azul muy intenso. El viento cesó y se sintió el esplendor que deja la magia a su paso.
Peregrina.
marzo 28th, 2011 at 14:49
Magia, colores, luz…
Interesante post. Muy lindo!
marzo 31st, 2011 at 14:38
Que lugar tan especial. Tus imágenes reflejan esa sensación de lugar poseido por ese «algo» evocador de las historias entre reales y fantásticas.