Estas son unas líneas que encontré en un artículo de «El Tiempo» sobre una peculiar exposición en la Galería Casas Riegner de Bogotá. Se titula el lápiz roto. Realmente no logro comprender el punto de encuentro entre el título y la composición, pero si el autor, Fernando G. ha querido llamarla así, sus razones tendrá. Lo mismo si ha querido usar verde para dibujar sus fantasías y terminar con azul para pintar sus ilusiones… Así lo ha decidido él y por ese simple hecho es bellísima. … … … Pero, ¿qué tal que a mi me hubiera gustado que fuera un lápiz amarillo? ¿Qué tal que en lugar de dibujar sueños propios, se me ocurriera tomar mis colores y dibujar la fotografía tomada por los ojos de otra persona? El lápiz puede ser de cualquier color, los sueños pueden ser propios o ajenos, la creatividad fluye y la autenticidad de los trabajos siempre será un hecho contundente, por más que sean copia del original que refleja fielmente los deseos de la sensibilidad del primer autor. Las copias, siempre serán fieles a la creatividad de quien reutiliza el arte original. La originalidad siempre estará presente en cualquier trabajo, sea el original o sea una copia infiel…
Sin más preámbulo auqí está El lápiz roto de Fernando G. y la fotografía de unos ojos anónimos que ha dejado de ser fotografía para pasar a ser mi dibujo con un lápiz amarillo y el azul del que no salen ríos sino cielos que en el original no se percibían.
«Usa un lápiz de color verde
Hay un jardín entre tus dedos
Hay un jardín detrás de tu oreja
Hay un jardín en tu bolsillo
Hay un jardín a tus pies
¿Cuántos ríos caben en un lápiz de color azul?»
A lo mejor otro día se me antoja pintar de rosado mi ventana azul … Tal vez… Aunque lo veo muy poco probable.
Peregrinando entre colores,
Peregrina.