Soy las húmedas hebras de plata lanzadas del cielo
Por los dioses. La Naturaleza me lleva, para adornar
Sus campos y valles.
Soy las bellas perlas, arrebatadas a la
Corona de Ishtar por la hija del Alba
Para embellecer los jardines.
Cuando lloro las colinas ríen;
Cuando estoy abatido las flores se regocijan;
Cuando estoy agobiado, todo sonríe con alborozo.
El campo y la nube son amantes
Y entre ellos soy el mensajero de la misericordia.
Sacio la sed de uno,
Curo la dolencia del otro.
La voz del trueno proclama mi llegada;
El arco iris anuncia mi partida.
Soy como la vida terrena, que comienza a
Los pies de los desencadenados elementos y culmina
En las elevadas alas de la muerte.
Emerjo del corazón del mar y
Me remonto con la brisa. Cuando veo un campo en la
Indigencia, desciendo y rodeo las flores y
Los árboles en un millón de pequeñas caricias.
Golpeo suavemente las ventanas con mis
Delicados dedos, y mi anuncio es una
Canción de bienvenida. Todos pueden oírme, pero sólo
Los sensibles me comprenden.
La calidez del aire me da a luz,
En cambio yo la opaco,
Tal como la mujer derrota al hombre con
La fuerza que de él extrae.
Soy el suspiro del mar;
La risa de los campos;
Las lágrimas del cielo.
Lo mismo que el amor:
Suspiro desde el hondo mar del cariño;
Río desde el vívido territorio del espíritu;
Lloro desde el infinito cielo de los recuerdos.
Khalil Gibran
Fragmento del libro «Lágrimas y Sonrisas» publicado en 1914