Escribir Tiene Espíritu De Nada

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Orlando González Esteva dice que «escribir tiene espíritu de nada». ¿Será porque al poner los pensamientos en letras, la mente se pierde entre ideas vagas que trata de salvar en imágenes que crea palabra a palabra, de ilusiones o deseos, recuerdos o sueños? A nada saben las palabras cuando no están acompañadas de los puntos y las comas que las unen para dar a luz párrafos que evocan historias.

mariposa transparente

Escribir tiene espíritu de nada.
Hay que revolotear en el abismo
y cortarse las alas que uno mismo
tiende sobre su sombra alucinada.

Y caer desde nunca, desde cada
vértice en el perfecto mecanismo
del azar que celebra en su mutismo
la creación, esa fábula encarnada.

Y yacer en las márgenes del sueño
donde la realidad es un pequeño
pez que burla las redes de la aurora

y revuelve las aguas del pasado
donde Dios se contempla ensimismado
y padece la luz que nos devora.

Escribir tiene espíritu de nada que se transforma en todo.

Peregrina.

Todo fue bueno, por malo que pudiera haber parecido

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Hubo nubes y grandes aguaceros, pero después salió siempre el sol y, de vez en vez, también arco Iris dibujaron los espacios entre la luz y el gris, discretos o despampanantes, dependiendo del humor del cielo.

sparkling seaHubo desconcierto y angustia, pero nunca faltó la decisión y la paciencia que permitieron encontrar la armonía que me hizo regresar al punto estable para poder dar el salto con impulso firme.

Hubo tristeza y desesperanza, pero nunca faltaron palabras de aliento y abrazos amorosos que me infundieron paz para retomar fuerzas y encontrar respuestas con razones para seguir sonriendo.

Hubo dolor, pero también consuelo; amarguras acompñadas de buenos sabores que contrastaron y aumentaron la capacidad de disfrutar la variedad del gusto; soledad suficiente para encontrar el silencio necesario que fortaleció el corazón y le dio luz y alegría para compartir en los momentos de salamera compañía.

De todo hubo, y todo fue bueno. Nada faltó, lo que llegó con dificultad se disfrutó con mayor facilidad y lo que cayó en gracia, elevó el corazón hasta puntos sin gravedad en donde las alas pudieron expandirse tan amplias como son.

Gracias al año que terminó. Estoy enamorada y lista para recibir lo que esté dispuesto a darme este nuevo que comienza.

Siempre Peregrina de senderos nuevos.

Ángel bromista

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angel

Querido Ángel bromista, vas a tener que pagar la cuenta del cardiólogo … ja ja ja 😉

diciembre 28th 2013 Joyas de todos los días

Llenarnos de pasión, entre el desierto y el oasis

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Anoche sentí haber escuchado en medio del delirio saturador del monólogo de Dupeyrón, lo que hace dos siglos fue escrito en el silencio apasionado de la poesía  trascendental y realista del filósofo y poeta norteamericano Walt Whitman.  Vivir de manera original, rompiendo paradigmas en las últimas décadas de 1800, seguramente no era cosa fácil; tal vez por eso sus palabras siguen tan vigentes o más que en esos tiempos.

oasis grises

NO TE DETENGAS
Walt Whitman 

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:
el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes.

Huye.

«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,
dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.

Vívela intensamente,
sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.

Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudan a caminar por la vida

La sociedad de hoy somos nosotros:
Los «poetas vivos».

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

oasis_nam-in-geun

Aprender de mis desiertos y gozarme en mis oasis.

Oasis, fotografiado por Nam In Geun.

Me conecto

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025Conectarme con la a tierra, sentirme parte de ella es una práctica simple pero muy poderosa. Al conectar mis sentidos con la tierra, desde la planta de mis pies encuentro mi fortaleza. A través de la conexión con la tierra restauro el equilibrio en mi cuerpo y en mi mente. Estoy inmóvil. Dejo que mis pies reciban la sensación, de la hierba, de la arena, del piso, el agua, las piedras … … siento su temperatura, su textura. Recibo su vida. Respiro. Camino. Bailo. Imagino que mis raíces, profundas y extendidas a mi alrededor se mezclan con la tierra misma. Levanto mis brazos y esa energía explota y me envuelve. Mi aura se expande, movimiento que se convierte en alegría. Me transformo, soy una con la tierra, soy una con el aire. Soy infinita. Soy bruja.

Peregrina

La danza del vientre y sus bondades

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Agradezco las mercedes de tan sensual danza, que ha hecho que me encuentre con las esencias de mi esencia: la belleza de mi naturaleza femenina.

Que el cuerpo humano es una máquina perfecta, sí, lo sé, que para que tan perfecta máquina mantenga su condición, es necesario el movimiento físico y la regeneración de la energía que en él habita, también lo sé. Infinidad de terapias físicas, ejercicios aeróbicos, deportes de todo tipo son altamente beneficiosos para mantener sus funciones, la oxigenación que el cuerpo obtiene de esos momentos es en extremo beneficiosa, absolutamente necesaria.

Sí, todo eso lo he sabido siempre, sin embargo llevo una vida más o menos sedentaria. Debo confesar que nunca me gustó hacer ejercicio. Empezaba con una rutina y la rompía al poco tiempo, probaba con otra y me fastidiaba pronto. Deportes en solitario, ejercicios en grupo… No. Nada de eso era para mí.

Pero un día descubrí la danza del vientre.

Simplemente me encantó con su magia.

La rítmica de los movimientos que siguen con tan singular perfección las percusiones, la elegancia y fluidez de las ondulaciones que viajan entre las notas de los violines o el acordeón. La dulzura de un par de dedos sobre la mejilla que contrasta con la fiereza de las caderas vibrando en la efervescencia del clímax. El brillo de las monedas y la cadencia de la seda. Todo eso me poseyó con la pasión que solo los amantes pueden compartir.

Sensualidad en su máxima expresión. Fluir de movimientos externos, pero también de sentimientos internos. Perfecta conjunción de mi ser.

Pero más allá de todo eso, más allá del gusto y el placer físico que me causaba asistir a cada una de las sesiones, estaba el bienestar interior que me regalaba, esa sensación de plenitud, de sentirme bien porque desaparecían los dolores que me impedían moverme en ciertas formas. La incomodidad de los calambres en el bajo vientre que me causaban otros movimientos debido a la inflamación del endometrio. Algo estaba pasando en mi cuerpo, pero también en mi espíritu.

Mi primer encuentro con la danza del vientre, también tuvo un fondo espiritual. No fue una experiencia meramente artística, porque el primer contacto fue con una escuela que trabaja con las emociones, las sensaciones, la sensualidad, la feminidad, la esencia de la mujer.  En Samkya aprendí a «verme» a través de mi propia danza.    No soy profesional, ni pretendo serlo pero bailo todos los días, en grupo o sola.  He cambiado de escuela, actualmente bailo bajo la tutoría de Daniela de la Mora y sigo rutinas en las que se combinan varios ritmos, elementos, técnicas, pero conservo la fusión de ejercicio físico y meditación consciente que aprendí en los inicios.

Nuestro ser es una fusión de elementos, es energía pura. Tierra, agua, aire, fuego: lo palpable y lo etereo nos conforman.

Con la danza del vientre he podido lograr separar, ubicar y fusionar cada uno de esos elementos de forma física, palpable. Cada uno de los movimientos de la danza se enfoca en ciertos grupos de músculos, de manera independiente, definida y específica, entonces, la energía que de eso se deriva es también específica y se manifiesta de manera particular.

TIERRA. La parte más básica, más irracional, más instintiva de nuestro ser habita en la región pélvica. De ella emerge la energía creadora, la energía sexual, impulsiva, agresiva.  Al trabajar los ejercicios de caderas con ondulaciones, vibraciones y golpes, la energía sube desde los pies, por las piernas, la fuerza de los muslos, hasta las caderas y el vientre, en donde los músculos se contraen desde el interior provocando un masaje que resulta muy benéfico para los organos sexuales, el estómago, riñones.  Los movimientos ondulatorios favorecen la elminiación de desechos, provocando una mejoría en el funcionamiento intestinal, y suavizando en gran medida los efectos del síndrome premenstrual y de la endometriosis, entre otros. 

Los cinturones de monedas enfatizan estos movimientos. Los golpes de bastones enmarcan los pasos firmes, un sable en equilibrio sobre las caderas señala el poder y la fuerza.

AGUA. Los movimientos ondulatorios que parten de la parte superior de la cintura, el torax y los hombros, parecen tener gran fluidez y relajación; sin embargo, son muchos los músculos que intervienen ya que para mover sólamente la parte superior del tórax sin que se vean involucrados hombros, brazos, o la parte inferior del tronco es necesario enfocar la energía en el plexo solar y la parte superior del vientre, de donde parten las contracciones y ondulaciones que provocan el movimiento del pecho en diferentes direcciones y con distintas ondulaciones, lentas o rápidas.  Mantener una respiración rítmica es básico, todos los órganos contenidos en la caja toráxica se ven beneficiados, no solo por la oxigenación que existe sino por el masaje que el diafragma imprime en cada organo, los pulmones, el corazón, el diafragma mismo.  La alegría se expande desde el pecho y sube por la garganta hasta que resulta en un «zaghareet»; un sonido agudo y fuerte que hace vibrar la lengua en el paladar y detras de los dientes superiores que son cubiertos por el dedo índice, sobre el espacio que hay entre nariz y labios, de forma que no se vea la lengua vibrar, proyectando el sonido. Cuando la bailarina acompaña el movimiento de sus pechos con el tintineo de los zills que vibran entre sus dedos, es como si cascadas fluyeran por su danza. 

AIRE. Los movimientos delicados, lentos, ondulados, largos o cortos de los brazos que se abren como alas. Nunca debajo del pecho, nunca por arriba de los hombros. Una posición que pareciera incómoda pero que provoca que el cuerpo mantenga el equilibrio, buscando su eje natural, pues la postura que mantiene la espalda elongada, recta, con el pecho hacia afuera, los hombros hacia atrás, el cóxis hacia adentro, el vientre y glúteos apretados, elimina los malos hábitos de postura y proporciona mayor flexibilidad a los músculos de la espalda. Los brazos de la bailarina son alas que la llevan en movimientos mágicos. Los velos de seda, las alas de isis, manifiestan la belleza de el fluir de su energía

FUEGO. La pasión, toda la energía que el cuerpo manifiesta a través de esta danza explotan en un gozo que no es posible descifrar, es necesario experimentarlo. Cada quien lo siente de forma diferente pues cada espíritu se manifiesta según sus propias necesidades, sus propios deseos. La pasión puede ser estruendosa y romper en vibraciones de caderas con los pies bien plantados en el suelo, o fluir mientras el cuerpo se desliza, con vibraciones de piernas y caderas, en la punta de los pies, como si estuviese flotando sobre el escenario, dejándose guiar por la cadencia de los brazos que con sus movimientos jalan el cuerpo de un lado a otro. Es mágico ver a una balarina danzando con fuego en sus manos o sobre su cabeza, con la seguridad de controlar el elemento.

Cuando una bailarina experimenta todo esto, lo etereo se hace presente. Es un gozo, una explosión de sentimientos. Los expectadores pueden desaparecer y se baila para sí misma, disfrutando de la belleza de la música que fluye por todo el cuerpo, sintiendo la suavidad de las sedas, el tintineo de las monedas, los colores de las telas. El éxtasis de la danza. La perfección se alcanza en el momento en que se acepta el cuerpo tal como es, y se encuentra su belleza y su sensualidad. entonces se empieza a fluir, a fusionar con los elementos, a vivir, a danzar desde el alma.

Psicológicamente se da, paulatinamente, un cambio radical. Una bailarina del vientre se ama, se acepta, se gusta. Reconoce la belleza de su cuerpo, la fortaleza de su ser, la magia de sus movimientos, el encanto de sus miradas, la creatividad de su mente y … danza … fluye … se manifiesta … ¡ama!

Soy mi danza, acepto mi ritmo interior, amo mi energía, fluyo con ella y así me conecto a la Energía que mueve y da vida a todo lo creado.

Por todo esto y mucho, mucho más estoy enamorada de la danza del vientre.
Peregrina.

agosto 2nd 2013 Joyas de todos los días

Soberbia ¿Imperfección o cualidad del caracter?

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Desde hace ya varios años, he aceptado y bendecido mi imperfección, al grado de amarla y tenerla como punto de referencia para cada una de las cosas que realizo.

Amo y acepto mi imperfección porque todo es perfectible, y en la búsqueda de la perfección, siempre se puede ¡y se tiene! que puntar a llegar más lejos, a hacer mejor las cosas, a dar más de uno mismo!
La perfecta imperfección, así la llamo y me encanta hacerlo.

En esa búsqueda me encuentro y es por eso que el significado de una palabra que acepto como adjetivo que me califica en muchos aspectos, me ha tomado muchos momentos de reflexión.

Soberbia. Fascinante como un cascabel que suena perdido en la mente.

Un sonido que la razón, la lógica, van buscando para entender por qué una palabra sóla puede mover las ideas, recoger los sentimientos, ensanchar los recuerdos para encontrar momentos en los que se haya sembrado algo de su significado. Una palabra sóla cuyo significado puede despertar diferentes sentimientos en cada una de las personas según su percepción.

La palabra viene del latín superbia, valoración de uno mismo por encima de los demás.

Ahora bien, tomando ese punto como partida, la soberbia puede ser el empuje que las personas de éxito tienen como primer escalón: la seguridad de que lo que hacen es lo mejor. La seguridad de que saben y pueden hacer lo que saben, simplemente hacen según su sentir, y ¡actúan!

Hay muchas connotaciones. Decir no ante una idea que simplemente no se acepta por convicción pudiera ser tomado como un acto de soberbia. Dar ideas que vayan contra los puntos de vista de quienes están haciendo algo que pudiera no resultar tan conveniente desde un punto de vista global y externo, pudiera ser tomado como un acto de soberbia. El punto es que, según la percepción de quien escribe y después de haber reflexionado mucho …

Llegué a la conclusión de que, la soberbia es más que simple pretensión de superiodad. La soberbia es una necesaria reivindicación de sí mismo y de saberse capaz, de saberse bueno, de ser consciente de la distancia entre uno y los demás, distancia atrás y adelante. Entonces, según eso la soberbia es para mí como el jengibre: le da sabor a la personalidad, ¡pero cuidado que no se vaya la mano!

En la búsqueda de la ecuanimidad y el equilibrio, y sirviéndome de la soberbia que me caracteriza, considero que sí, soy soberbia.

Sí, soy soberbia, porque sé decir que no cuando no deseo hacer algo que no me convence, porque hablo y doy las opiniones que me nacen sin avergonzarme de lo que los demás pudieran pernsar o dejar de pensar, confronto a quienes no comparten mi punto de vista y no me guardo las cosas para después. Pues sí, lo acepto y me siento complacida.

Lamento si en algún momento alguien hubiera podido sentirse ofendido por esta forma de ser mía. Estoy conscinete y de corazón delcaro que nunca lo hago para menospreciar a quien me confronta, sino con el afán de aportar y alcanzar resultados positivos para el grupo en el que me encuentre.

Aunque suene contradictorio, también tengo una parte de humildad que me hace recapacitar y escuchar y en muchas ocasiones, hacer según lo que sugieren otros… claro, siempre y cuando no vaya en contra de mis más profundas convicciones.

Consciente de tener una parte de malicia que me lleva a escribir sobre mi soberbia ensalzándola y reivindicándola como valor y no como pecado capital,

Peregrina

Cleopatra en Nueva York

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Desde hace varios años, Cleopatra en Nueva York es una pieza musical que acompaña por lo menos dos de las tardes de mis semanas.  Con un ritmo que invita a transportarse a la nada de los pensamientos y soltar la respiración mientras los brazos se bambolean al ritmo de las caderas, el nombre que Nickodemus le dio a su versión, un tanto psicodélica, de un clásico egipcio le dan el toque de magia exótica a las fantasías que se pueden despertar al escuchar la voz que acompaña la cadencia de los instrumentos.

Y bien, Cleopatra sí está en Nueva York, y se erige majestuosamente en el Central Park, con poca cadencia, pero con muchos misterios insritos en sí.

Resulta que es uno de los dos obeliscos que fueron esculpidos en piezas de granito rojo de casi 21 metros de altura y con un peso que dista mucho de ser etereo: unas 180 toneladas.  Los jeroglíficos egipcios que están inscritos encierran secretos que se pueden intuir al escuchar la composición de Nickodemus.

Fueron erigidos originalmente en la ciudad de Heliópolis alrededor de 1450 a. C., aunque el granito que las compone provenía de las canteras de Asuán, cerca de la primera catarata del Nilo.

Las inscripciones fueron ordenadas grabar unos doscientos años después por Ramsés II, para conmemorar sus victorias militares. Cuando fueron trasladados a Alejandría en el año 12, se instalaron en el Caesarium (un templo construido por Cleopatra) pero fueron derribados más adelante y quedaron enterrados, por desatino del destino, para que pudieramos observar la mayoría de los jeroglíficos que permanecen legibles a la fecha.

Dos obelisco: uno en  Londres,  (Westminster, a orillas del Támesis), fue humilde obsequio al Reino Unido que Mehemet Ali hizo en 1819, en conmemoración de las victorias de Lord Nelson en la batalla del Nilo y de sir Ralph Abercromby en la batalla de Alejandría de 1801.   Pero como era un regalo muy costoso para los britanicos, se dieron el lujo de decir no, agradeciendo, claro pero negándose a financiar el pago del traslado a Londres, por lo que permaneció en Alejandría hasta 1877, cuando sir Erasmus Wilson patrocinó su transporte.

El otro, el que le me hace escribir estas líneas, se encuentra en los Estados Unidos y es  conocido como «La aguja  de Cleopatra en Nueva York».  Ubicado en Central Park. Tras la apertura del canal de Suez en 1869, también un regalo que Ismail Pasha ofreció con la esperanza de cultivar las relaciones comerciales, formalizando el hecho su hijo y sucesor Tewfik Pasha en 1879. William H. Vanderbilt financió el traslado y el obelisco quedó instalado en el parque en 1881.

Piedras que cuentan historias, música que cuenta sueños … A mí me gusta esconder mis deseos y pensamientos en la cadencia de mis brazos y caderas cada vez que mis pies se deslizan en relevé acompañados de shimmies al ritmo de la composición de Nickodemus… 

Peregrina.

Romper los límites para poder trascender

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Vi Cloud Atlas, de Tom Tykwer y los hermanos Andy y Lana Wachowski, basada en la novela homónima de David Mitchell.
Me parece que, más allá de ser una película en la que la edición seguramente tomó grandes momentos de reflexión para poder armar seis historias en una sola, sin perder contextos ni fondo, haciendo que todo se muestre como es: perfecto, demasiado bien a pesar de la imperfección que se pudiera percibir. 

Entre las tantas líneas que se prestan para interesantes reflexiones, particularmente interesantes encontré las que hablan de los límites.

Y es que en nuestra cotidianeidad, tenemos límites en todo y entre todo. Encontré  poético el ejemplo que nos plantean: el límite entre el ruido y el silencio. El ruido y el silencio (como todos los preceptos que vivimos, proclamados o no, conscientemente aceptados o no) son sólo convenciones.  Ataduras que por necesidad de nuestra inevolución vamos buscando para «amarrar» y «contener» nuestras incapacidades.

Todos los límites son convenciones que están esperando ser trasendentales. Uno puede trascender cualquier convención si sólo puede primero concebir hacerlo.

Efectivamente, si observamos la vida de quienes han marcado cambios importantes en la humanidad, claramente nos damos cuenta de que han sido rebeldes que han pasado a la posteridad precisamente porque se han atrevido a cambiar paradigmas, a romper esquemas y convencionalismos establecidos por la sociedad que se maneja por reglas que limitan la libertad; reglas pensadas e impuestas por unos cuantos, esos que codician y mantienen el poder, a cualquier costo, con tal de poseer, o creer poseer la libertad.

Libertad es poder sentir el corazón de alguien, sin contar con la alegría de csu presencia. Cuando así sucede, entonces la separación es sólo una ilusión y la vida se extiende más allá de las propias limitaciones. Esas precisamente que nos causan miedo, por las que cometemos tantos errores.

¿Por qué seguimos cometiendo los mismos errores, una y otra vez? Uno se equivoca cuando no sabe cómo hacer algo y cuando no se tiene el conocimiento, entonces se pregunta a quien lo tenga, se pide ayuda… ¡Ayuda!

Una sola palabra que únicamente puede ser pronunciada si se renuncia al orgullo, si se logra vencer el egoísmo.

Pedir ayuda es muy difícil porque comporta reconocer la propia incapacidad, muchas veces ante quienes, según los propios convencionalismos, pudieran ser menos inteligentes, menos fuertes, menos capaces. Ayuda… qué difícil de pronunciar, porque, generalmere los débiles son carne que los fuertes comen.

Debemos tomar consciencia de que solos no podemos lgorar hacer nada. Somos parte de un todo y como tales debemos proceder.

El ser, es el ser percibido, solo puede conocerse a si mismo a través de los ojos de otros. Más aún, la naturaleza de nuestras vidas inmortales, la verdadera eternidad, el infinito, radica precisamente en la impermanencia de nuestra condición humana que se mueve en el infinito a través de las consecuencias de nuestras palabras y hechos que continuan creando situaciones que generan espacios y mantienen el tiempo en marcha, escriben historia y como tal, acto tras acto son castigados a través del tiempo. ¿Karma? Tal vez.

Aquel que parece más débil es quien más fortaleza posee. Y todo aquel que se considere fuerte y poderoso debe estar consciente que está íntimamente ligado a la debilidad del otro, pues nuestras vidas no nos pertenecen. Estamos ligados unos a otros, a través y más allá del tiempo, nos une la misma vida, del vientre a la tumba, nuestras vidas están ligadas a otros.

Todos nuestros actos tienen consecuencias que afectan y transforman, de una manera u otra, los eventos que les seguirán. Con cada crimen y cada acto de amabilidad estamos creando nuestro futuro. ¿Existe la reencarnación? ¿Existen el cielo, el nivrana? ¿Una vida después de la muerte? ¿Es la clonación una salida hacia el final, o nos permite regresar al origen?

¿Cuáles son las consecuencias de la recreación de un individuo eternamente? 

Una película que despierta infinidad de preguntas, que responde muchas de las que ya se hayan generado anteriormente después de experiencias o están a punto de generarse a partir de estas líneas. Una película que se identifica con quienes se sienten, de una forma u otra, un revolucionario; uno que será siempre rechazado por los poderosos, uno que será único entre las minorías, extraño entre los más diferentes: una gota en un océano sin límites, sin embargo… un océano es una multitud de gotas.

En una nube de pensamientos,
Peregrina.

Tarab, el éxtasis en la música

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En la cultura árabe, la fusión entre la música y la transformación emocional se resume en el concepto de tarab, que no tiene un equivalente exacto, por lo que no se puede taducir.

Definir una palabra no siempre es suficiente para expresar la esencia de un concepto.

Tarab en árabe, es un estado de éxtasis y sumisión en el que uno entra, mientras escucha con cuerpo y alma, la música.

Por allá del 1798, Guillaume Andre Villoteau se hizo acompañar por un equipo de estudiantes de la música en una misión encomendada por Napoleón a Egipto, su trabajo consistía en observar y explicar las diferencias de la música oriental y occidental. Entre las principales diferencias, Villoteau observó que la música árabe evocaba fuertes emociones que transmitían a quienes la escuchaban, manipulando sus sentimientos. Notó que con gran facilidad los escuchas podían entrar en estados de trance o meditación.

Después de treinta y cinco años, el escritor árabe Ahmad Faris Al-Shidyaqen viajó a Europa y entonces trató de explicar la misma diferencia, por lo que en sus escritos plasmó la forma especial en la que el público reaccionaba ante la música occidental. Llegó a la concluisión de que la música occidental era más adecuada para representar imágenes y conceptos, mientras que la música árabe tendía a dibujar una emoción.

Y buen, eso es el Tarab. No es el estilo de música, sino la escencia de la emoción que produce la música. El éxtasis que se origina al escucharla.

Bailar tarab, es bailar el sentimiento, la emoción, la escencia más pura de la música. En alguna ocasión, un percusionista les preguntó a un grupo de bailarinas de danza árabe que tomaban un curso de ritmos que él impartía: ¿Bailan tarab? Todas se quedaron con una expresión de duda en sus rostros.

No sabían qué significaba tarab.

Danzando, Peregrina.