El invierno se deja sentir, las noches son más largas y entonces tratamos de hacer que la luz prevalezca. Nos gusta encender velas, ponemos luces y brillos por todos lados. Deseamos ver la belleza a nuestro alrededor.
Nos inventamos una noche en la que la bondad le regala su nombre e intentamos preparar los corazones al nacimiento de la Luz. Nos sentimos alegres y si no es así, buscamos grupos en los que la energía esté al máximo para tratar de contagiarnos, para envolvernos con la luz que vemos fuera. ¿Por qué la que vemos fuera?
En cada una de mis entradas intento compartir la luz que siento dentro de mí, trato de extender la flama para que toque las luces de aquellos que vienen y me leen, para que se reconozcan, que se encuentren y logren permanecer encendidas más allá de la Nochebuena. Que trasciendan estaciones, que se fundan en el tiempo y se manifiesten en cada mirada que le regalemos al mundo.
Desde el fondo de mi corazón, te regalo ese toque de luz y deseo que su calor te invada y te provoque momentos de felicidad que hagan de tu vida un lugar iluminado en este universo en constante expansión.
Feliz Navidad,
Peregrina.